domingo, 23 de octubre de 2016

El Tiempo En Una Botella 18

Ehhhh… Con este cap. no sé qué decir… Sólo les recuerdo que este no es el último capítulo.
No había escrito porque no sabía cómo enfrentar lo que viene a continuación.
Eso por ahora, nos estamos leyendo, cariños.
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&

Capítulo 18
My head keeps spinning
I go to sleep and keep grinning
If this is just the beginning,
My life is gonna be beautiful
I've got sunshine enough to spread
It's just like the fella said
Tell me quick ain't love like a kick in the head?
Like the fella once said
Ain't love like a kick in the head?
Dean Martin / Ain't love like a kick in the head?


Bella POV
-Te dije que te amo? – Pregunté suspirando, con los músculos del rostro como congelados en una perenne sonrisa.
-Desde que nos comprometimos, 327 veces – Respondió James con un gesto fanfarrón y luciendo muy satisfecho de sí mismo.
Él manejaba, e íbamos de regreso al motel.
-No te hablaba a ti, le hablaba a Jojo – Dije sacándole la lengua y mirando a Jojo, que iba en su jaulita en el asiento trasero.

-Ven aquí! – Exclamó James con una media sonrisa, y me atrajo hacia él, sentándome en sus rodillas en tan solo una fracción de segundo.
-Ah! – Grité asustada cubriendo mi rostro – James, vamos a morir!
-Tú nunca vas a morir – Respondió y me besó en los labios – Yo no lo voy a permitir.
-Si sigues haciendo locuras seguro vamos a terminar estampados en un poste – Me quejé mientras con mis labios contradecía mis palabras y los deslizaba besando su cuello.
-Manejar sólo requiere una mínima fracción de mi atención – Lamió el contorno de mi oído – Tú puedes ocupar el resto...
-A veces me cuesta asimilar que todo esto es real – Lo abracé con todas mis fuerzas – Me cuesta pensar que estoy aquí, contigo, y que soy tan feliz… Aquí en esta época no tengo nada más que a ti, y eso es suficiente… - Confesé, un poco confundida por la mera intensidad de mis emociones.
-Nos lo merecemos – Dijo acariciando mi mejilla con su mano libre – Desafiamos las barreras de lo posible y lo real para estar juntos… Isabella, yo nunca me había sentido así… Es como si tuviera más energía, más ganas de hacer cosas, de aprender, de enseñarte…
-Son las endorfinas – Respondí automáticamente. Ante su rostro en blanco, expliqué - Son unos neurotransmisores… - Lo pensé mejor y me di cuenta de que ese concepto probablemente tampoco le sería familiar. En cambio, dije - Son químicos que secreta una parte del cerebro cuando estamos enamorados, o comemos chocolate, o tenemos un orgasmo. Producen una sensación de bienestar similar a que si te encontraras drogado… Son adictivas.
-Dices que no eres tú sino mi cerebro quien me hace sentir así? – Preguntó. Ya habíamos llegado al motel.
-Es la excitación de estar enamorado la que  te hace sentir así – Dije estudiándolo de cerca. Dios! El bastardo sí que era hermoso… Era perfecto…
-Eso te convierte en mi droga… - Murmuró.
-Así me llamaba Edward – Dije antes de darme cuenta de lo que decía y censurar mis palabras – Me llamaba su droga preferida… Pero no por mi presencia, solo por mi sangre – Agregué bajando la mirada.
-Uno de estos días nos vamos a sentar con calma en algún lugar aislado, y me vas a contar todo acerca de ese hijo de puta – Dijo en un tono bajo y amenazante.
-Yo era su cantante, ya lo sabes – Respondí en un murmullo.
-Pero eso no le da derecho a tratarte como a su cena – Gruñó, y abriendo la puerta del auto me depositó en el suelo y se bajó parándose muy cerca de mí.
-Schatz… - Susurré – No te enojes conmigo…
-No estoy enojado, estoy frustrado, todos mis instintos me dicen que vaya y mate al hijo de puta! – Exclamó tomando mis brazos justo bajo los hombros. Auch! Otro par de marcas para la colección.
-James, me duele! – Gemí muy bajito, tratando de alejarme y al mismo tiempo de no llamar la atención.
-Oh, mierda! – Me soltó por un segundo y luego me atrajo a él, abrazándome y hundiendo su rostro en mi cabello – Lo siento… Lo siento… Lo siento… No medí mi fuerza…
-Lo sé, entiendo… Pero ten cuidado, no queremos pasar la luna de miel en el hospital, verdad? – Traté de sonreír y aligerar el tono de mi voz mientras acariciaba su mejilla.
-Isabella… - Suspiró.
-Sí?
-No sabes… No puedes cuantificar… Tú no tienes idea de cuánto te amo.
oooOooo
El trayecto desde el estacionamiento hasta nuestra habitación no lo recuerdo, ya que la mayor parte del tiempo tuve los ojos cerrados mientras besaba a James de una forma indecente incluso para los parámetros de mi época. No sé si alguien nos vio y si fue así no me importó, porque mi cuerpo presentía lo que vendría, y ahora que no había miedo, ni vergüenza, ni dolor, sólo quedábamos él y yo solos en una habitación, piel con piel, tocando, saboreando, y aprendiendo a conocer el punto exacto que hacía que el otro perdiera totalmente el control.
oooOooo
Me encontraba acostada en la cama, desnuda, sudorosa, jadeante, y mirando a James hacer lo que quisiera, idiotizada y sin perder tiempo ni en pestañear.
Su boca succionaba uno de mis pechos, una de sus manos inmovilizaba mis muñecas subiendo mis brazos sobre mi cabeza, y su otra mano usaba dos dedos para penetrarme arrítmicamente, lo que me desesperaba, ya que cada vez que me acercaba al clímax éste me era arrebatado cruelmente, para inmediatamente, recomenzar con la tortura.
Sentía como cada vez algo más grande y estremecedor me era dado y arrebatado, haciéndome apretar todos los músculos de mi cuerpo en espera de algo que nunca llegaba.
-Co… Ge… Meee… - Rogué patéticamente, pero sin paciencia para más juegos.
-Es lo que estoy haciendo,  Isabella… - Dijo soltando mi pezón con un sonoro “pop!” y con un aire de inocencia más falso que una pelea de los Power Rangers.
-No… Tú… Dentro de mí – Dije rotando las caderas para graficar mi idea.
-Estoy dentro de ti – Dijo con toda calma, curvando sus dedos hacia mi ombligo.
-Uuuuhgh…! Te necesito… - Insistí.
-Me encanta escucharte decir eso… - Dijo tomando en sus labios mi otro pezón.
-Aaaagh! – Me retorcí arqueando la espalda ante la inminente oleada de placer que me sacudiría.
La presentía…
Mis dedos cosquilleaban, mi estómago estaba apretado, mi corazón acelerado y mi pecho embargado por una sensación de indescriptible anticipación.
La violencia de mi orgasmo me desconcertó haciéndome gritar y luego morder mis labios para evitar que todo el mundo nos escuchara.
Desde el baño, Jojo chilló, pero fue tristemente ignorado.
James continuó con sus caricias hasta que los espasmos amainaron y entonces simplemente apoyó su palma en mi monte de venus y su rostro en mi pecho.
Enredé los dedos de mi mano derecha en su cabello y suspiré satisfecha.
-Estás sangrando – Dijo él, incorporándose.
-Ugh? – Pregunté distraída, sin preocuparme  demasiado.
-Cuando mordiste tus labios te heriste… Estás sangrando – Dijo con la voz ronca. Su dulce aliento bañó mi rostro.
-Ajá… - Murmuré reacomodándome a una posición más cómoda, con sus caderas entre mis piernas, enfocándome en su erección que estaba a centímetros de penetrarme, y no en el desagradable gusto metálico de la sangre.
La punta de su lengua delineó mis labios, lamiendo cada gota, y emitió una especie de ronroneo satisfecho. Estaba, si era posible, aún más duro que antes.
Comenzó a alinear su cuerpo con el mío…
Era cosa de milímetros y seríamos uno…
Él por supuesto era dueño de la situación, y a propósito alargaba la anticipación…
La punta entró un par de deliciosos centímetros y se retiró.
Se volvió a alinear para repetir…
RIIIIIIIIIING!
RIIIIIIIIIING!
-Qué mierda? – Pareció desconcertado.
RIIIIIIIIIING!
-Teléfono – Murmuré mirando de un lado al otro hasta identificarlo en la mesita de noche.
-Ignóralo –Dijo lamiendo mi oreja.
-Debe ser importante… - Gemí – Nadie sabe que estamos aquí…
-Nada es tan importante como lo que estamos haciendo – Respondió frustrado.
-No lo sabremos hasta que no contestemos – Dije estirando mi brazo en vano, ya que a menos que él se moviera de encima de mí, yo no alcanzaría el auricular.
RIIIIIIIIIING!
-James! – Exclamé empujando sus hombros.
-Maldición! – Resopló tomando el auricular, maldiciendo en al menos 3 idiomas distintos y entregándomelo, pero sin moverse de su lugar, aplastándome de pies a cabeza debajo de él.
-Aló? – Pregunté casi sin aire.
-Señora Hunter? – Preguntó una voz que no pude identificar.
-Uhummm… - Respondí vagamente. Podía ser que lo fuera, podía ser que no, todo dependía de quién preguntara.
-Tiene una llamada entrante desde la Central de Chicago, la quiere recibir? – Preguntó la voz.
-Sí, seguro – Respondí perpleja. Pasaron unos segundos de silencio, estática y “clics” de todo tipo.
-Bella? Eres tú? Es Alice! – Dijo la aguda voz de mi amiga.
-Alice? Sucedió algo? Cómo nos encontraste? – Pregunté tratando de incorporarme, pero James me aplastó un poco más. Estaba lamiéndome en el costado en dirección descendente, y parecía estar interesado sólo en eso y no en lo que fuera que Alice tuviera que decir.
-Sucedió que tuve una visión, por supuesto, los vi besándose en el estacionamiento del motel y vi el cartel con el nombre del lugar, así es que lo busqué en el directorio telefónico y aquí me tienes!
-Vaya… no es que no me guste saber de ti, pero dime, pasó algo más? – Pregunté tratando de mantener mi voz neutral, a pesar de que James estaba dibujando figuras con la punta de su lengua en mi bajo vientre.
-Es Edward… Aisló e identificó tu esencia, y se está volviendo loco. En parte porque odia no saberlo todo desde el principio, en parte porque está a punto de perder el control de su sed y salir a buscar sangre humana, en parte porque según Jasper su nivel de lujuria anda por las nubes, y en parte porque tú, una humana, has estado husmeando entre sus preciadas posesiones…  - Explicó Alice. James detuvo sus exploraciones y me miró atento, su expresión inescrutable.
-Edward va a recaer? Va a volver  beber humanos por mi culpa? – Pregunté, horrorizada por las terribles consecuencia de mis irresponsables acciones.
-No, no lo creo, Carlisle está hablando con él en este momento, Jasper y Emmett lo están vigilando permanentemente para restringirlo físicamente de ser necesario, y por ahora el futuro en ese aspecto se ve positivo – Respondió.
-Gracias al cielo! – Suspiré – Pero hay algo más, verdad? Tiene que haber algo más si me estás llamando…
-Es cierto, pero verás… Si bien dudo que Edward finalmente ceda a sus deseos de beber sangre humana, aún es una posibilidad – Admitió - Lo que sí veo claramente es que su obsesión contigo no va a terminar. Eres un enigma, uno que apela a su curiosidad, su orgullo, su sed y su libido… Te va a buscar hasta encontrarte, porque ya te considera suya... Cree que llegaste a nuestra casa por él, y que alguien, el otro vampiro, te arrancó de su lado antes de que pudiera conocerte…
-Es una locura! – Exclamé – Pero qué quiere decir eso concretamente?
-Que Edward finalmente encontró un motivo para vivir... – Suspiró - Bella, él te va a buscar hasta encontrarte, y cuando lo haga va a comenzar su lucha interna sobre qué hacer contigo, si consumirte o conservarte… - Dijo Alice, desanimada – Pero de una u otra forma, en su mente le perteneces y te va a hacer suya.
-Oh mierda…! Estoy en peligro? – Susurré.
-NO! – Dijeron Alice y James al unísono.
-…Porque antes lo voy a matar… – Dijo James oscuramente.
-…Porque es un pésimo rastreador… – Dijo Alice.
-Nadie va a matar a nadie – Dije besando la frente de James – Entonces Alice? Qué nos recomiendas?
-Continúen en la dirección elegida – Dijo – Ustedes tienen la ventaja, y mientras no dejen rastros demasiado evidentes deberían estar a salvo. Edward ni siquiera sabe cómo lucen, así es que no los puede buscar en la mente de otras personas… Ah! Pero vayan atentos para encontrar algún lugar adecuado para comprar una propiedad rural, como una granja bien aislada, porque la van a necesitar para la conversión de Bella. No les conviene tener vecinos mientras seas una neófita.
-Una propiedad… - Repetí - Ali, gracias a ti tenemos bastante dinero, pero no creo que lo suficiente para una propiedad de las características que necesitamos… Un arriendo tal vez, pero no una compra… - Admití.
-No hay problema, esta mañana hice las gestiones necesarias para enviarte un sobre al Hotel Boheme, ubicado en el 444 Columbus Ave, en San Francisco. En ese sobre van un montón de bonos al portador que pueden transformar en efectivo en cualquier momento. El sobre va a llegar al día siguiente de que se registren, para no levantar sospechas – Dijo ella en un aliento.
-Oh no, Ali, no nos puedes mandar más dinero…! – Dije avergonzada. Era la tercera vez que nos daba dinero en menos de dos semanas.
-Oh nada – Respondió - Tú sabes que el dinero no significa demasiado para alguien que se puede ganar la lotería todas las semanas si así lo desea. En cambio tú me quitaste de encima a James, y eso no tiene precio – Casi podía ver su sonrisa.
-Si, a veces yo también quisiera sacármelo de encima – Dije sacudiéndome para soltarme, y lo único que logré fue bambolear mis pechos frente a su rostro, lo que él tomó como una invitación para volver a su tarea de besar cada centímetro de piel expuesta.
Una risita casi infantil me indicó que Alice sabía a lo que me refería.
-Adiós Bella, espero poder volver a hablar contigo, pero me cuesta verte y más aún saber dónde estás… Trata de pararte junto a letreros de los lugares donde te hospedas, y trata de concentrarte en bajar tus defensas… Piensa en que quieres que yo te vea. No sé si va a funcionar, pero vale la pena intentarlo…
-Adiós Ali… Gracias por todo… - Dije emocionada antes de colgar – Y ahora? – Pregunté a James.
Una sonrisa diabólica curvó sus labios.
oooOooo
La noche pasó entre besos y caricias. Dormí muy poco, pero en lugar de estar cansada me sentía cada vez mejor, más feliz, más optimista, más fuerte, más segura.
No recuerdo haberme  sentido tan plena en toda mi vida, ni antes ni después.
oooOooo
Mi vestido estaba colgado de un gancho en la puerta. Ingrid me lo había planchado sin saber lo especial que era, ya que en lo que a ella respectaba, James y yo ya estábamos casados.
El vestido, claro, no era uno pensado en ser un traje de boda, ni siquiera en uno para asistir a una como invitada, pero no me importó, ya que sabía que a mi futuro esposo le importaba un cuerno de qué color era un vestido que se transformaría en harapos cuando me lo arrancara a pedazos, en un par de horas.
Blanco con un estampado de pequeñas florecitas de color rosa, amplio cuello redondo, y una cinta de raso de color rosa demarcando la cintura. Sandalias blancas y mi cabello peinado en un moño que recogiera mi cabello simulando el largo de moda en la época. Además me hice los típicos rulos rockabilly, que resultaron ser toda una obra de ingeniería capilar.
Me costaron un par de intentos, pero no era demasiado complicado porque mi peinado en sí era bastante sencillo.
Una vez que terminé con mi cabello elegí nuevas herramientas de tortura para poder pasar a la siguiente etapa: maquillaje.
Ojos con el párpado superior muy delineado, mucha máscara de pestañas y labios de un color rosa fuerte que combinaba con las flores y la cinta del vestido.
Finalmente, crucé la habitación ataviada sólo con mi ropa interior, y saqué mi ropa del colgador.
Una vez vestida miré a mi alrededor por enésima vez por si se me quedaba algo… Tenía mis llaves y mi billetera, y James me esperaba con Jojo en la iglesia… Todo en orden.
Salí del motel sin encontrarme a nadie y me subí a Blondie. Era la primera vez que la manejaba yo sola, y estaba un poco nerviosa porque me daba miedo hacerle un rayón o peor aún, chocar.
Pero me di ánimos y partí.
Seguí las indicaciones de James al pie de la letra, y no me fue nada difícil llegar a la iglesia. Estaba atardeciendo y se podía apreciar sólo su figura recortada en el horizonte, pero eso era suficiente como para darse cuenta de que el lugar estaba seriamente dañado por el tiempo.
Habría que hacerle una donación cuando la ceremonia terminara, pensé.
Entré a la iglesia a oscuras, apenas iluminada por un par de candelabros de pedestal, y mis ojos debieron adaptarse al contraste entre interior y exterior.
Una vez que vi por donde iba, recorrí el pasillo lentamente.
El sacerdote estaba arrodillado frente al altar.
Una figura alta apenas reconocible por la falta de iluminación, estaba ubicada al final del pasillo, a la derecha. James.
Un bultito descansaba a su lado. Jojo. Durmiendo?
Por qué no corría hacia mí como cada vez que me veía venir?
Di un paso y luego otro…
El pasillo estaba húmedo, y mis sandalias emitían un desagradable sonido como de succión con cada paso, lo que no me debería haber extrañado considerando el estado deplorable de la edificación. No era raro que hubiera goteras, lo raro es que no había llovido en días.
Y James… Él no se habría arriesgado a hacerme caminar a oscuras por un pasillo de piedra mojado…
Qué diablos estaba sucediendo?
Con estos pensamientos llegué al altar y a la zona que abarcaba el rango de mejor iluminación de los candelabros.
Como estaba atenta de no tropezar, iba mirando el suelo y lo primero que noté con la luz fueron mis sandalias blancas, manchadas de brillante sangre fresca.
Inmediatamente levanté la cabeza y vi que el sacerdote que yo asumí que rezaba en el altar estaba en realidad empalado en lo que creo que era la base de un crucifijo de madera. Su mentón caía lacio contra su clavícula y sus manos estaban amarradas con alambre.
No pude resistir el impulso de mirar a Jojo…
Sabía que no debía.
Sabía lo que vería.
Sabía que la imagen me perseguiría por  siempre.
Pero de todos modos miré.
Mi Jojo.
Su pequeño cuerpecito sin vida.
Un tajo abriendo su cuello de lado a lado.
Su sangre un lago de muerte que lo rodeaba como si fuera una isla.
Y a su lado, disfrutando de cada trozo de mi corazón que se rompía, en lugar de James, estaba ella…
Victoria.  
&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&&
Uf.
Ok.
Destrócenme.




No hay comentarios.:

Publicar un comentario

No olvides comentar!!!

Calendario