miércoles, 5 de octubre de 2016

El Tiempo En Una Botella 17

Dedicado a todas las que están. Ustedes saben lo importantes que han sido.
Saludos a Diana Ceballos que adivinó en qué anda James.
Abrazos,
A.
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Capítulo 17
If you can't make your mind up
We'll never get started
And I don't wanna wind up
Being parted, broken-hearted
So if you really love me
Say yes, but if you don't dear, confess
And please don't tell me
Perhaps, perhaps, perhaps
Perhaps, Perhaps, Perhaps / Doris Day

James POV
Ignoré al encargado del corral que nos miraba con indisimulada curiosidad, y me la llevé de la mano con cerdo y todo hacia el exterior, donde la dirigí hacia la parte trasera del establo, donde me constaba que no había nadie.
No fui disimulado con respecto a mi molestia, no me importaba que ella se diera cuenta de mi agitación, así es que aspiré profundamente y declaré
-Te tocó.
-Agh? – Preguntó confundida.
-El jodido vaquero – Dije con los dientes apretados – Te tocó.

-No, no lo hizo – Dijo sin prestarme mucha atención mientras le daba besitos de esquimal a su ridículo cerdo enano del color de una vaca.
-Lo huelo en tu ropa – Le dije atrayéndola a mí de un tirón, y arrodillándome la olisqué desde las rodillas hacia arriba, hasta encontrar el punto de contacto, la parte baja de su espalda – Estuvo a centímetros de tu trasero – Gruñí desproporcionadamente celoso. No tenía justificación moral, ya que fui yo mismo quien la dejó con él, pero… Pero tal vez la razón estaba en que este era el tipo de hombre que yo sabía que atraía a Isabella.
-Claro, cuando hicimos el amor en el granero me tenía que agarrar de alguna parte – Se encogió de hombros, burlándose.
Gruñí mucho más fuerte y el maldito cerdo se puso a llorar y se escondió entre el largo cabello de Isabella.
-No juegues con fuego – Dije amenazante.
-Y tú no asustes a Jojo, que todavía está un poco debilucho por culpa de sus hermanos abusadores y le puede dar un ataque al corazón – Lo abrazó tiernamente, consolándolo.
-Por qué te tocó? Y dónde estaba Ingrid? – Demandé ignorando al cerdo.
-Dónde estabas tú? Por qué me dejaste sola con otro hombre? – Contraatacó.
-Tenía algo importante que hacer – Musité bajando la mirada. Este no era el momento ni el lugar, no era para nada como había imaginado esta conversación, pero mentirle me era tan difícil…
-Entonces no tienes derecho a reclamar sobre lo que hago yo – Me dijo evidentemente molesta, pero no verdaderamente enojada – Dónde fuiste? – Insistió.
-Ya no importa – Dije metiendo nerviosamente mi mano al bolsillo, tanteando su contenido.
-Claro que importa! – Exclamó – Dímelo! Estás actuando raro y no me gusta… Tiene que ver con lo de anoche? El sexo no estuvo bien? Es por eso que no quieres estar conmigo? Con el tiempo voy a mejorar… – Dijo con un hilo de voz.
-Mierda Isabella, cómo puedes siquiera sugerir una cosa así? – Pregunté choqueado ante la mera idea de usarla y dejarla… Si algo había cambiado es que nos habíamos cimentado aún más, el compromiso era completo, y nunca, ni aunque quisiera, podría separarme de ella.
-Entonces qué era tan importante que me dejaste con otro hombre? Con un vaquero? – Preguntó con un puchero.
-Isabella… - Dije resignado. Nada salía como debía.
Ella no respondió pero me miró desolada con sus enormes ojos brillantes de lágrimas a punto de derramarse, enmarcados en largas pestañas, y quise al menos tomar sus manos pero sus brazos acunaban al cerdo.
 -Suelta a ese bicho – Le dije acercándome cuanto me fue posible sin aplastar al animal.
-No se llama “bicho”, se llama Jojo, y me lo gané a punta de escopeta – Dijo desafiante – Y te advierto que no tengo miedo de protegerlo de la misma forma.
-Me vas a disparar? – Pregunté desconcertado ante el giro inesperado de la conversación.
-Si sigues siendo un asno, no veo por qué no – Dijo firmemente – No es como si te pudiera hacer daño, pero si podría dejar un par de agujeros en esa chaqueta que tanto te gusta.
-No puedes recibirlo Isabella, déjaselo al criador o véndeselo a alguien – Le dije más suavemente – Nuestro estilo de vida no es adecuado para tener mascotas, y menos criar sucios animales de granja – Dije. Seguramente ella comprendería, debía entrar en razón.
-Jojo es el más pequeñito de su camada – Dijo apretándolo más a ella – Sus hermanos no lo dejaban comer y su mamá en cualquier momento lo podría haber aplastado. Jojo es mío, yo me lo gané, y tú no tienes derecho a opinar al respecto porque a la hora de tomar decisiones estabas desaparecido! – Se le quebró la voz y se alejó un par de pasos de mí.
-No es eso… - Dije.
-Y para tu información los cerdos no son sucios, son limpios y muy listos. Más listos que los chimpancés y que los perros y que los elefantes, sólo que no se les da la oportunidad de demostrarlo – Lágrimas por fin se desliaron por sus mejillas – Así es que aunque te enojes, Jojo se queda conmigo, porque no tiene a nadie que lo proteja y porque yo le gusto…
-No huyas de mí – Dije sintiendo mi garganta apretarse.
-No nos separes – Respondió.
-Qué clase de monstruo crees que soy? Podré ser un asesino, pero nunca te obligaría a nada, menos  a abandonar a tu mascota si es tan importante para ti – Dije rindiéndome.
-Lo es – Dijo suavemente, limpiando su rostro con la manga de su blusa.
-Ven aquí… - Abrí mis brazos.
-Dame tu sombrero – Dijo ella. Se lo entregué sin vacilar, pensando que se lo pondría o que le estorbaba para besarme.
En lugar de eso metió al cerdo semi dormido en mi carísimo Stetson y lo dejó en el suelo, afirmado entre sus tobillos.
Antes de que yo alcanzara a decir palabra su cuerpo había chocado con el mío, aferrándose desesperadamente.
-Estás bien? – Pregunté acariciando su cabello.
-Pensé que nos ibas a dejar – Respondió – Pensé que me ibas a hacer elegir entre Jojo y tú, y por supuesto que te elegiría a ti, porque te amo, pero Jojo es tan pequeñito y vulnerable que creo que te habría resentido para siempre por eso.
-Me sorprendiste con el cerdo, es todo – Confesé.
-Qué querías hablar? – Preguntó.
-Sí, sobre eso… Eeeeh… No es el modo más adecuado, pero anoche estuve pensando mientras dormías… Pensé en lo mucho que odio que debas vivir disimulando estar casada o cubriendo tu mano izquierda para ser respetada. Yo no me voy a alejar a una distancia “respetable” para apaciguar al resto, y entre tú y yo la suerte ya está echada. Te amo, tú me amas, y te voy a convertir en mi mujer por todos los medios posibles. Vamos a vivir nuestra eternidad juntos Isabella, es lo que acordamos, no? – Dije mirándola inquisitivamente.
-Sí, es lo que hablamos… - Repitió sin perder palabra.
-Lo que estuve haciendo hoy, fue tratar de rectificar la situación. Sé que no lo hablamos antes y tal vez no sea lo que quieres, pero necesito preguntarte… - Vacilé agachando la mirada.
-Dime – Acunó mi rostro con sus manos.
-Cásate conmigo – Le dije de sopetón.
-Agh? – Preguntó dejando caer sus manos. Aparentemente no era eso lo que se esperaba.
-Cásate conmigo – Repetí – Esta mañana compré los anillos y los mandé a grabar, y por la tarde fui a una capilla cercana donde trabaja un sacerdote ya prácticamente retirado. El hombre está casi ciego y no puede lidiar con papeleos por sí solo, así es que no va a revisar si tenemos una licencia de matrimonio real o nuestros documentos oficiales al día. Le rogué que sea él quien nos case, le que tu familia tiene lazos emocionales con su parroquia y que nos fugamos para estar juntos pero no queremos vivir en pecado. Me dio una charla diciéndome todas las razones por las que lo que habíamos hecho estaba mal pero finalmente accedió a ayudarnos… - Expliqué.
-Casarnos? – Preguntó ella abrazando su estómago.
-Sí Isabella, qué pensaste que “para siempre” significa? – Respondí.
-Casarnos… – Repitió como saboreando la palabra.
La miré esperando una reacción más definitiva.
-Isabella Swan de… Oh, mierda! James! Ni siquiera sé tu apellido! Qué clase de mujer soy que ni siquiera sabe el apellido de su novio? – Dijo llevándose las manos a la boca, horrorizada.
-No tengo un apellido, lo cambio cada cierto tiempo porque no sé cual es mi nombre original – Respondí tranquilizándola – Recuerda que al despertar como vampiro no recordaba nada, pero con el tiempo el nombre “James” vino a mí. Lamentablemente un apellido no llegó nunca, o de lo contrario habría podido volver sobre mis pasos en busca de mis orígenes.
-Oh… Entonces nada? – Preguntó decepcionada.
-Por ahora es Hunter – Respondí.
-Original – Dijo rodando los ojos – Qué apellido va bien con James…? James famosos, James famosos… James Franco, claro (actor); James  Stewart (actor); James Brown (cantante); James Dean (actor); James Madison (Presidente EEUU), James Earl Jones (Actor), James Woods (actor), James McAvoy (actor), James Taylor (cantante), James Cameron (director), James Knox Polk (Presidente EEUU); James Monroe (Presidente EEUU); James Caan (actor); James Buchanan (Presidente EEUU); James Hetfield (vocalista de Metallica), James Spader (actor); James Gandolfini (actor); James Coburn (actor); James A. Garfield (Presidente EEUU); James Garner (actor); James Marsden (actor);  James Cromwell (actor); James Joice (novelista); James Van Der Beek (actor); James Brolin (actor); James Patterson (novelista); James Marsters (actor que hace de vampiro malo en Buffy la cazavampiros); James Blunt (cantante); James Purefoy (actor); James Nesbitt (actor); James Storm (luchador de lucha libre); James Cook (explorador); James Earl Ray (mató a Martin Luther King); James Ellroy (escritor); James Horner (compositor de música de películas); James Lipton (productor); James L. Brooks (productor); James Rebhorn (actor); James Avery (actor); James Deen (actor porno); James Remar (actor); James Cosmo (actor); James Fox (actor)… - Dijo de una sola vez, sin parar a respirar, mientras enumeraba con los dedos.
-Isabella, para! – Exclamé – Para! – Prácticamente grité cuando continuó.
-Hay muchos James ahora que lo pienso, y me quedan unos cuantos como James… - Siguió sin mirarme a los ojos, en un tono de voz que rozaba lo frenético.
-Isabella, ya… - Dije tomando sus manos entre una de las mías y levantando su rostro hacia mí. Sus ojos brillaban reflejando las estrellas que acarreaba el atardecer, y respiraba agitada.
El cerdo chilló demandando atención y ella trató de voltearse a mirarlo, pero yo no se lo permití.
-Jojo… - Musitó apenas.
-Está perfectamente bien – Respondí – Pero tú no, dime qué es lo que te pasa.
-Nada… No me pasa… Nada – Balbuceó.
-Es acaso que te arrepentiste? Ya no quieres estar conmigo? – Pregunté deslizando mi mano hasta abarcar con mis dedos el maldito colgante que descansaba en su pecho. Si tuviera la certeza de que destruirlo no era peligroso para ella, ya lo habría pulverizado hace tiempo para asegurarme que nunca se iría de mi lado.
-Arrepentirme? – Preguntó confundida. Yo asentí – De estar contigo? No! – Exclamó – Nunca!
-Entonces qué te pasa? – Insistí – Te acabo de pedir que te cases conmigo y ni siquiera tuviste la cortesía de darte por aludida!
-Es… Es estúpido… - Respondió – Desde que era pequeña me prometí que si tenía suerte y encontraba el amor, nunca me casaría con él…
-Pero por qué? – Pregunté confundido.
-Porque el matrimonio no es más que un trámite que no asegura nada! – Exclamó – Casarse y divorciarse es tan sencillo que es hasta embarazoso proclamar con fanfarria un compromiso que dura lo que tiene que durar, con o sin papeles de por medio…
-Ese es el caso de tu familia – Sugerí suavemente – Pero no tiene por qué ser el nuestro… Isabella, por lo que me contaste tus padres se alejaron porque comenzaron a desear distintas cosas de la vida. Yo sólo deseo una, a ti. A mí no me importa donde vivimos o lo que quieras hacer, yo siempre voy a estar a tu lado porque ya tuve suficiente tiempo para mí. Ya hice todo lo que me apeteció, ahora quiero estar a tu lado.
-Y si te aburres de mí? – Dijo con un hilo de voz.
-No te voy a mentir diciéndote que es imposible que eso ocurra, las personas se saturan y pelean, pero cuando se quieren como yo te quiero a ti siempre regresan, porque saben que el amor verdadero no se encuentra en cada esquina – Admití – Nos vamos a molestar, vamos a pelear, nos vamos a mandar al demonio, vamos a distanciarnos para pensar, pero finalmente vamos a regresar al otro, porque muy dentro nuestro sabemos que no hay nadie más en el mundo que nos pueda hacer tan felices como lo somos juntos…
-Sí – Dijo posando el dedo índice sobre mis labios, callándome. Por un momento no comprendí.
-Sí? – Pregunté.
-Sí – Susurró mirándome a través de sus pestañas, luciendo tremendamente vulnerable y mucho más joven de lo que era en realidad. Me sentí un depravado.
-Isabella… -  Enredé su cabello torciéndolo en mi puño y la atraje a mí, pero la besé tan delicadamente como pude.
-Sí… - Murmuró – Sí… - Acunó mi rostro en sus manos. Por supuesto, olía un poco al cerdo, pero pasé por alto ese detalle, consciente de que más me valía acostumbrarme. Y por lo demás, tampoco es que el bicho apestara realmente, y si le dábamos un buen baño hasta podría ser tolerable.
-Vas a ser mi esposa – Dije salpicando pequeños besos en su rostro.
-James va a ser mi marido… - Soltó una carcajada.
-Qué tiene de gracioso? – La miré un poco ofendido.
-Oh James, si hubieras visto el futuro como yo, también lo encontrarías gracioso – Siguió riendo.
-Es gracioso que te haya atacado? – Pregunté recogiendo mi sombrero y por ende al bicho, que no chilló de miedo pero me miró con recelo, como calculando si podría conmigo.
-Es gracioso que nos hayamos conocido de esa forma – Respondió abrazándome y usando una mano para acariciar al cerdo mientras yo me ponía el sombrero – Te desviaste muchísimos kilómetros de tu rumbo atraído por el campo de baseball, y en cuanto me viste decidiste que debías poseerme. Los motivos realmente no los sé, tal vez sólo querías joder a los Cullen, o quizás sentiste algo que no supiste identificar… Como sea, me sacaste de mi escondite, me hiciste ir a ti, grabaste mi tortura, pero al final trataste de convertirme. Por qué? No fue un ataque de sed, la sangre había comenzado a fluir desde hacía mucho rato y nunca te afectó. Tampoco creo que lo hayas planeado, Victoria no se habría tomado bien otra mujer en su clan a menos  que perteneciera a Laurent…
Gruñí otra vez y el cerdo chilló otra vez, alarmado. Me calmé y el cerdo también.
-A qué quieres llegar con esto? – Pregunté molesto ante la idea de que ella fuera de nadie más.
-A que tal vez algo en tu interior supo lo que el resto de ti no pudo reconocer – Dijo con su palma en mi mejilla – Nunca me trataste como a la cena ni me trataste sólo como una presa… No te animaste a matarme como cualquier vampiro habría hecho en tu lugar, y en el momento decisivo trataste de convertirme y conservarme, cuando habría sido más fácil matarme y escapar…
-Y todo eso es gracioso? – Pregunté aún incómodo con el tema, arrepentido de algo que no había hecho.
-En parte sí, si sabes apreciar la ironía – Sonrió – Antes escapé de ti y ahora escapo de Edward…
-Eso sientes que estamos haciendo en este viaje? – Pregunté.
-En gran parte, sí. Él fue la razón para salir tan rápido de Chicago sin darnos ni la oportunidad de hablar con Carlisle para preguntarle su opinión.
-No necesitamos su opinión – Afirmé – Tú y yo no necesitamos a nadie más.
-A nadie – Repitió poniéndose de puntillas.
-A nadie – Repetí reprimiendo una sonrisa.
-Nadie… – Dijo mordisqueando la línea de mi mandíbula.
-Nadie… – Susurré cerrando los ojos.
-Nadie… – Dijo finalmente, reclamando mi boca con un beso hasta quedar sin aliento.
-Isabella – Dije quitándole un mechón de cabello de los ojos cuando emergimos por aire.
-Mmmmh? – Preguntó ausente.
-Te vas a casar conmigo? – Pregunté.
-Sí – Asintió - Te voy a convertir en un hombre honesto.
-Usarías mi anillo? – Pregunté empuñando mi mano en el bolsillo del pantalón.
-Tendré un anillo de compromiso? – Preguntó abriendo mucho los ojos.
-Claro que tendrás un anillo de compromiso – Dije indignado – Así es como se hace, no?
-Sí, pero no era necesario… – Dijo ella mirando mi mano cerrada fijamente. Puede que no fuera necesario, pero el anillo no le resultaba indiferente.
-Entre nosotros muy pocas han sido tradicionales, pero en lo posible me gustaría al menos pedir tu mano como corresponde… - Le dije.
-Dame mi anillo! – Demandó estirando la mano con los dedos abiertos, cerrando las puertas a cualquier gesto romántico, discurso o poesía. Bien, no es que tuviera nada preparado…
-No estoy muy seguro – Dije pensándolo mejor y retrocediendo un paso – Creo que no compré un anillo adecuado…
-Anillo! – Insistió avanzando hacia mí.
-No es un anillo nuevo… - Aclaré.
-Lo robaste? – Susurró.
-No! – Exclamé ofendido.
-Mataste a alguien y se lo arrancaste de sus dedos pálidos y agonizantes? – Preguntó gesticulando una mano moribunda.
-Isabella! – Gruñí.
-Dame mi anillo James! – Puso ambas manos en sus caderas, luciendo furiosa con el cerdo nuevamente a sus pies.
-Recuerda que te lo advertí – Dije tomando su mano izquierda y deslizando el anillo en su dedo anular.
-Oh por dios…! Es… - Dijo acercándoselo a los ojos para verlo mejor.
-Inapropiado, ya lo sé, pero todos los que me mostraron eran aburridos y no significaban nada – Dije sin poder dejar de mirar mi anillo en su mano.
-Es precioso – Dijo.
-Debería ser de oro blanco o platino y tener un gran diamante al centro. Créeme, me mostraron un montón de esos – Dije rodando los ojos.
-Y por qué elegiste este? -Dijo estudiando el anillo art nouveau de fines del siglo pasado. La argolla era de oro y sobre ésta se montaba una libélula enmarcada en oro cuyo cuerpo y alas estaban hechas en la técnica plique ajour en la que esmaltes transparentes creaban el efecto de un vitral. Las alas estaban decoradas con 13 pequeños diamantes, y si bien el anillo era una pieza única, claramente no era la típica joya de compromiso.
Lo que me pareció una excelente idea en su momento, ya no lo era tanto.
-Es distinto, como tú y yo – Dije con la voz súbitamente ronca – Pero la principal razón es su significado… - Me detuve, inseguro como un adolescente.
-Continúa – Dijo ella tomando mi mano.
-Las libélulas existen en casi todas partes el mundo, y curiosamente simbolizan cosas muy similares en cada cultura – Dije acariciando su mejilla – La libélula representa cambio en el sentido de la madurez emocional y la comprensión de un sentido más profundo de la existencia. El hecho de que estén siempre cerca del agua volando a ras de la superficie representa la capacidad de ver más de las implicaciones inmediatas de los distintos aspectos de la vida… - Me detuve otra vez.
-Cuéntame más – Me pidió besando la palma de mi mano.
-La libélula se puede mover en las 6 direcciones, vuela a 45 km por hora, puede volar detenida en el aire como un helicóptero y hacia atrás como un colibrí, arriba, abajo y a los costados. Lo impresionante es que lo puede hacer batiendo las alas 30 veces por minuto mientras las moscas y mosquitos aletean 1000 y 600 veces por minuto respectivamente. Eso significa 20 veces más poder, y lo realiza todo sin demostrar esfuerzo. Tan poderosa como vas a ser tú cuando te conviertas, capaz de todo, más fuerte que nadie.
-Algo más?- Preguntó emocionada.
-La libélula es iridiscente – Dije – Eso es la propiedad de un objeto de mostrarse de distinto color según el ángulo con que se mire y la dirección de la luz. Eso se asocia con la creación de ilusiones y falsas expectativas, y a la libélula con la remoción de las dudas que esconden nuestra verdadera identidad. Nuevamente, autodescubrimiento y remoción de inhibiciones… Además a diferencia de otros insectos vive al día, no construye nada ni deja nada a su paso. Viviendo el momento sabes quien eres, dónde estás, qué estás haciendo, qué quieres y qué no, y puedes tomar decisiones informadas al respecto…  Es lo que en definitiva como neófito me salvó de la locura, y como he vivido hasta ahora.
-Y ahora me regalas este anillo con una libélula para representar la fortaleza, la claridad mental y el vivir en el aquí y ahora – Dijo mordiendo su labio para reprimir los pucheros, pero sus lágrimas escaparon igual.
-No llores… No llores, mañana podemos ir a la tienda y escogemos algo juntos… Isabella, por favor… - Rogué abrazándola, y el cerdo gruñó y empujó mis tobillos con su diminuto hocico. Era todo un perro guardián en potencia.
-Adoro mi anillo, y te amo a ti, y es perfecto, y te amo, te amo, te amo… - Sonrió un poco, sin dejar de lagrimear.
-Gracias al cielo! – Exclamé más para mí que para ella –Vamos, no llores más, dame un beso y recoge a ese animal antes de que me rompa los pantalones.
Ella sonrió de oreja a oreja y me plantó un ruidoso beso, nada romántico o apasionado.
-Oh Jojo! Estabas defendiendo a mamá del hombre malo? El hombre malo es papi, ya vas a ver que no es tan gruñón como parece – Le susurró al oído mientras lo tomaba en sus brazos.
-Si te vas a quedar con él vamos a necesitar una jaula para llevarlo en el auto y algún tipo de suplemento, quién sabe qué es lo que come.
-No “come”, porque no tiene dientes – Respondió – Sólo toma su biberón – Dijo ella apoyándolo en el hombro y golpeando su espalda rítmicamente.
-No te deberían haber dado es bicho si no está destetado! – Exclamé nuevamente molesto.
-No alcanzaron a destetarlos antes de la feria, son muy pequeños, pero el señor dijo que se le puede empezar a dar una pasta con avena… No sé, tal vez la venden por aquí...
-Seguro la venden por aquí – Afirmé.
-James…
-Sí? – Me volví hacia ella, aun frunciendo el ceño.
-Te amo – Murmuró.
-Y yo a … - fue todo lo que alcancé a decir antes de que me interrumpiera un eructo descomunal… Un eructo por supuesto, proveniente del cerdo.
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Eeeeeeeeeeh, matrimonio, matrimonio, Yuhuuuuu!










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