lunes, 18 de julio de 2016

El Tiempo En Una Botella 5

Hola a todas, y bienvenidas las nuevas lectoras.
Este fic es un desafío para mí porque debo ser fiel a las épocas en las que ocurren los acontecimientos, pero también porque requiere mucha más atención a la continuidad.
RESPUESTA A UNA LECTORA: “Hello its me” me escribió y como no tiene cuenta ff debo contestarle por este medio: Ella dice que James en la wiki de Crepúsculo persiguió en algún momento a un “hijo de la luna”. La verdad es que yo me guío por los 4 libros originales (ni siquiera considero las películas o el libro de Bree) y ahí no aparece esa información.
Ella además señala un error acerca de Bella mencionando a los cambiaformas a James en el capítulo 3, y que cronológicamente ellos no aparecen hasta mucho más adelante en la historia original. Obviamente eso es verdad, pero como queda claro en el capítulo 1 de este fic, mi historia deja de ser canon justo antes de empezar el segundo libro. No es necesario aclarar que en canon Bella a esas alturas de su relación con Edward no salía con Jacob, no conocía a Embry y Quil y mucho menos a Aponi, que no existe.
Por último, el tema de los lobos va a aparecer, pero de acuerdo al universo que yo manipulé, ya que si tratara de mantener el canon en algunas cosas sí y otras no, el resultado sería totalmente incoherente.
En resumen, todos mis fics siguen el canon hasta cierto punto en el que se desvían completamente. De lo contrario no podría tener a Bella emparejada con una variedad tan grande de galanes de una forma creíble o al menos coherente.
Espero haber aclarado un poco tus dudas.
Y el resto de ustedes, si tienen preguntas o reparos sobre la consistencia de la historia háganmelas llegar y las discutimos, porque si estoy cometiendo un error es mejor corregirlo antes de que se arruine la historia.
Un abrazo
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Capítulo 5
When no-one else can understand me
When everything I do is wrong
You give me hope and consolation
You give me strength to carry on
And you're always there to lend a hand
In everything I do
That's the wonder
The wonder of you
And when you smile the world is brighter
You touch my hand and I'm a king
Your kiss to me is worth a fortune
Your love for me is everything
I'll guess I'll never know the reason why
You love me like you do
That's the wonder
The wonder of you
The Wonder Of You / Ray Peterson
Bella POV
James estaba actuando raro, y eso aun considerando que se había transformado en cosa de horas de mi torturador y asesino a mi mejor amigo.
Cada vez que lo estudiaba iba confirmando lo que ya sabía: Que James carga sus emociones completamente desnudas en su mirada, él no finge.
Lo que era importante era saber interpretar su significado.

Creo que de momento lo que más le molestaba era que yo siguiera convencida de que él me mataría y aun así quisiera pasar tiempo a su lado… Decía como muchos otros, que no tengo instinto de preservación.
Yo digo que viajé enormes distancias espaciales y temporales para regresar a este punto, para encontrarlo a él. Si el problema que acarreaba la destrucción de mis seres queridos era no haber cumplido con mi destino, entonces esperaría pacientemente a que algo se desencadenara, y mientras tanto trataría de divertirme un poco.
Curiosamente resultó que mi enemigo es un amor… Y más importante, es sincero. Si le pregunto algo, me contesta, sin dar vueltas o decirme que soy demasiado joven o demasiado humana para comprender.
James es un tipo solitario, aparentemente a los humanos normales les produce terror su mera presencia, por lo que se mantiene completamente al margen de la civilización excepto en contadas ocasiones. Cómo lo hace para relacionarse con otros vampiros, no lo sé, porque no hemos tocado el tema, y lo único que tengo como referencia es su asociación con Victoria y Laurent, así es que asumiré que su gusto no es de lo mejor.
Pero así y todo se niega a hacerme daño! Él no ha dicho nada aún, pero sé que me adoptó de alguna manera. Era imposible no notarlo en el supermercado, con su actitud alerta y las miradas asesinas que le dio a todos quienes se atrevieron a mirarme más de lo que le pareció adecuado.
Esta noche tampoco quiso ir a cazar, y sé que lo hizo para protegerme, especialmente ahora que sabe que soy la cantante de Edward…
Y ahí tengo otra caja de gusanos. Mi novio. Es mi novio? O soy su mascota? Soy acaso como esa fina botella de champaña que se guarda por años para celebrar una gran ocasión?
Era tan sencillo verlo ahora que sabía qué buscar… Todas las actitudes descritas por James se aplicaban a Edward, incluso su negativa rotunda a transformarme.
Me rompió el corazón…
Pero curiosamente no por el inminente fin de nuestra relación, algo que tenía parcialmente asumido desde antes de viajar en el tiempo, sino porque me sentí usada y estúpida por creer que alguien como Edward se fijaría en alguien como yo.
Tal como le dije a James, Edward es perfecto. Jodidamente perfecto. Y no lo digo como una cosa positiva, lo digo como algo enloquecedor, porque nadie jamás llegaría a alcanzar sus imposibles estándares. Ni siquiera su familia, y mucho menos yo.
Rompí a llorar.
Y James me recibió en sus brazos aunque estaba claro que no sabía ni por dónde agarrarme, lo que lo hizo ser más dulce, más cuidadoso.
"Cuánto tiempo debemos ser amigos antes empezar a ser amigos?" Me había preguntado él en una ocasión. Efectivamente, cuánto? Cuánto para que fuera socialmente aceptable sentirme tan cercana a este hombre que no había hecho más que ayudarme y consentir cada uno de mis caprichos? Sé que en el papel nuestra amistad suena como una mala idea, pero nuestra química es innegable, nuestras circunstancias son más que especiales, y no quiero perder tiempo en cumplir con una cuarentena emocional en favor de la moral y las buenas costumbres que nadie fiscalizará.
No, no sé por qué estoy aquí, pero sé sin lugar a dudas que es para estar junto a él.
oooOooo
Me despedí de James, subí a la habitación de Alice, y me preparé para la cama, pero tenía tanto en que pensar que se me había quitado el sueño.
Me quedé un rato mirando el techo sin resultados, hasta que suspirando profundamente me senté en la cama. Decidí que esa no me podía obligar a dormir a fuerza de desearlo, así es que fui a la cocina y calenté un poco de leche "a la antigua", o sea en una olla pequeña, ya que en esa época los hornos microondas aún no se perfeccionaban.
Eché la leche en un tazón y saqué tres galletas de la alacena, las puse en un plato, y procedí a volver a mi habitación, con tan mala suerte que al llegar tropecé con la bajada de cama, se tambaleó el plato de las galletas cuando estiré mi brazo para afirmarme de la pared, y al tratar instintivamente de equilibrarlo, derramé toda la leche sobre mi camiseta.
Afortunadamente la camiseta me quedaba norme y la leche no estaba exactamente hirviendo, pero dolió un montón, y por si acaso me quité la camiseta para ver en el espejo junto a la ventana si me había quemado y que tan gravemente.
Me giré de un lado para el otro y vi que efectivamente mi pecho estaba colorado, pero seguro que sobreviviría. Me giré para recoger del piso la camiseta de Emm y usarla para secar el piso, cuando me fijé que el suelo estaba lleno de afilados trocitos de loza.
Mierda! Soy una bruta! Esto puede generar una catástrofe.
Cumplir mi destino? Ese en el que James me mata?
Rápidamente y haciendo equilibrios para evitar los platos rotos llegué a la maleta y saqué el primer top que encontré, que resultó ser una camiseta marinera con cuello bote a rayas blancas y azules que me cubría sólo hasta la mitad de las caderas y nada de las nalgas.
Afortunadamente la ropa interior de la época era enoooorme, así es que era prácticamente como andar en shorts.
Como sea, la cosa es que salí de la habitación como escapando de un campo minado, y corrí hacia la escalera.
Casi había llegado al primer piso cuando vi aparecer a James desde la cocina, secándose las manos en los pantalones.
Ambos quedamos paralizados.
Yo más de vergüenza por mi torpeza y mi ridículo atuendo que me hacía ver como una pinup de poca monta, y él… Vaya uno a saber, quizás se impresionó al ver que mis piernas son más pálidas que las suyas.
Como nadie hablaba ni se movía, tomé la palabra.
-No podía dormir así es que fui a la cocina por leche y galletas y se me volcó encima la taza de leche caliente y además quebré el plato de las galletas y la taza, y salí de ahí antes de pisar algo y empezar a sangrar por todos lados, y tomé lo primero que encontré en la maleta para cubrirme, y no pensé que me ibas a ver, y vas a tener que ir a barrer o traerme zapatos para hacerlo yo… - Balbuceé en una sola exhalación.
Él estaba a mi lado antes de que comenzara a hablar, pero en ese punto cubrió mi boca con la yema de sus dedos.
-Estás bien?
Asentí, aturdida por el contacto.
-Te quemaste mucho? – Insistió.
-Un poquito – Dije y bajé con un dedo el escote de mi camiseta, mostrándole un amplio trozo de mi pecho para que viera mi piel enrojecida.
-Eso es más que un poquito – Gruñó y desapareció en la cocina. Yo me fui a instalar en el sillón abrazando mis piernas para conservar el calor, y él regresó con varios paños húmedos.
-Nah ah – Dije negando con la cabeza. No me pondría paños fríos en los pezones que ya estaban endurecidos por la baja temperatura ambiental.
-No te estoy preguntando – Dijo acercándose lenta y deliberadamente. Estiró un paño – Te lo pones tú o te lo pongo yo!
Rompí a reír. Era infantil, pero era gracioso.
-Fraseo! – Reí.
-Isabella… Qué? Oh vamos! Las chicas no se ríen de esas cosas! – Me regañó con una pequeña sonrisa en la comisura de los labios – Vamos, se sensata, las quemaduras son cosa seria, y aquí no hay medicinas de ningún tipo, revisé los botiquines antes de que tu aparecieras esta mañana.
-Pero no es lo suficientemente serio como para llevarme al hospital – Argumenté – Está bien, dame un paño – Dije al ver la preocupación en su rostro, y me lo puse se una sola vez sobre uno de mis pechos – Ah! Mieeeeerda! – Grité cerrando los ojos.
-Te duele mucho? – Preguntó sonando agitado, quitándome el cabello de los ojos.
-No, está helado y yo tengo frío! – Dije retorciéndome – Aaaagh! Esto es horrible, peor que quemarme…
-Eres increíble – Bufó sacudiendo la cabeza – Ponte la otra – Me extendió la otra compresa.
Volví a levantar mi camiseta (que a esas alturas era casi transparente) y me la apliqué.
Debo reconocer que después del frío sí sentí cierto alivio.
-Ja…mes… - Castañeé los dientes – Tengo mu…cho frí…o… Pue…des pren…der la chime…nea?
No había terminado de pedirlo cuando él ya lo estaba haciendo. Los troncos y fósforos estaban ahí mismo, así es que no se demoró nada en tener un buen fuego.
-Nnn…No Mmm…Me Vvaas a re…gañar? – Tirité de pies a cabeza, esperando que acabara pronto con el discurso.
Él frunció el ceño, desconcertado.
-No soy quien para regañarte… A una mujer de tu edad nadie es quién para regañarla a menos que ella lo permita – Me miró ladeando un poco la cabeza, como siempre que algo no le cuadraba.
-Oh… - Es todo lo que pude decir. Me sentí avergonzada.
-Lo hiciste a propósito? – Preguntó muy en serio.
Sacudí la cabeza furiosamente, sorprendida.
Él asintió.
Me levanté tambaleante y me acerqué a la chimenea, y él me trajo el cobertor con el que me cubrió/atrapó en la tarde, mientras dormía siesta.
-Gracias – Suspiré desde el suelo, sentada sobre la gruesa alfombra.
Él asintió, serio. Más serio de lo que lo había visto desde que nos reencontramos en esta época.
Lo que se veía extraño, porque el James de este tiempo siempre tenía la sombra de una sonrisa en los labios, y era de hecho, una de las cosas más atractivas de él.
-Te puedes dar vuelta? – Le dije.
Entrecerró los ojos pero obedeció.
Me saqué las compresas y la camiseta, las lancé lejos y me cubrí hasta las orejas en el cobertor. Daba lo mismo dormir casi desnuda si lo hacía sin que se me viera ni la punta de la nariz.
-Listo – Anuncié.
James se acercó con un cojín del sillón para que yo usara como almohada. Como mis brazos estaban un poco presos él me tuvo que levantar la cabeza para acomodármela en una posición cómoda.
Luego se sentó del otro lado de la chimenea, profundamente pensativo.
-James… - Murmuré.
Me miró.
-Si quieres hacer algo o ir a otro lado no es necesario que me acompañes…
-Lo sé – Dijo volviéndose a ver las llamas danzando a su lado.
-Entonces ándate!… - Dije pateando patosamente su muslo. Me enervaba verlo tan reservado – Es obvio que no quieres estar aquí, así es que no te detengas por uno de mis accidentes, estas cosas me pasan literalmente todo el tiempo…
-Escaldas tu pecho todo el tiempo? – Preguntó sin entonación.
-Y otras partes de mi cuerpo – Dije tratando de mantener un tono liviano, pero esta vez él no me lo permitía – También me caigo un montón – Agregué.
-Por qué crees que es eso? – Preguntó sonando sólo levemente interesado.
-No lo sé… Antes no lo hacía tanto, pero con el tiempo en vez de hacerme más grácil me hice más torpe y descoordinada. Tal vez será que no he terminado de crecer? – Me pregunté – O quizás tengo problemas en el oído medio…
-Quién dice que eres torpe y descoordinada? – Preguntó.
-Lo soy – Afirmé muy segura.
Él me miró con todo el escepticismo que pudo conjurar.
Enrojecí y no quise contestar.
-Es más o menos desde que conociste a Edward y su familia? – Insistió.
-Debe ser que antes no me había dado cuenta – Me defendí – Cuando vivía entre puros humanos era una más, pero desde que me relaciono con vampiros cada vez que tropiezo pienso que esa rasmillada me va a costar la vida...
-Y quién te dice que eres torpe y descoordinada? – Insistió.
-Yo misma me lo digo todo el tiempo – Admití.
-Alguien más?
-No con mala intención – Aclaré defendiendo a los Cullen antes de que él los atacara – Pero para la familia mis accidentes son como una broma recurrente. Emmett se ríe a gritos cada vez que tropiezo; Alice mira al cielo y dice que soy un desastre; Carlisle dice que va a nombrar un box de emergencias con mi nombre; y Edward dice que soy un imán de calamidades. Por eso todos me cuidan…
-Te cuidan por tú bien o el de ellos? – Preguntó James. La falta de emoción en su voz daba más peso a sus palabras.
-Por el mío, claro, porque me quieren – Respondí como un autómata, sin pensar si decía la verdad o no.
-Te dejan caminar o te cargan a todos lados? – Continuó.
-Eso qué rayos tiene que ver? – Pregunté. No me respondió sino que me miró aún más intensamente - Me cargan, porque es más rápido – Dije al fin. No quería seguir el rumbo de esta conversación porque estaba claro hacia dónde se dirigía y no me gustaba.
-Y qué importa llegar más rápido a alguna parte cuando eres inmortal? – Preguntó él ignorando mi incomodidad – Eres tú, la humana, quien tiene sólo una oportunidad de vivir la vida a un ritmo que le permita apreciarla, y hacerlo a velocidad vampírica y envuelta en algodones no me parece muy memorable.
-Ya basta! No quiero hablar más de esto – Dije con un nudo en la garganta.
-Una última pregunta. Si me respondes la verdad se acaba el tema – Negoció.
-Dime… - Dije desganada.
-Quién te llamó torpe y descoordinada? – Preguntó en voz muy baja.
-Edward - Respondí en un susurro. Una sola lágrima se resbaló por mi mejilla, y las otras me las aguanté. No quería admitir que mi novio hubiera tenido actitudes nada menos que nobles y heroicas. Admitir que Edward no es perfecto era un sacrilegio.
-Y no crees que es posible que cuando a alguien le repiten algo una y otra vez al final esa persona se convence de que lo que le dicen es cierto y se transforma en lo que la etiquetaron? – Preguntó.
-Esa es otra pregunta – Carraspeé evitando su mirada.
-No contestes si no quieres, me basta con que lo consideres – Dijo removiendo el fuego con el atizador y lanzando chispas que iluminaron las sombras de su rostro.
Silencio.
Él era paciente.
Era un cazador… Sabía esperar.
Y sabía que en una guerra de voluntades él obviamente saldría ganando.
-…Sí – Dije al final – Es posible, pero irracional. Pero para qué necesitarían los Cullen hacerme más "humana" e imperfecta de lo que soy? Así tal cual soy una molestia… – Dije logrando sentarme.
-Una palabra: Control – Respondió él.
Auch! El desgraciado realmente sabía golpear donde duele.
Quise vomitar mientras la verdad me aplastaba. Escena tras escena, como un gran fotomontaje… Cómo fui tan idiota? Los Cullen no me ayudaron a superar mi timidez y hacer nuevos amigos, ni tampoco hicimos ni media página de tareas juntos. Ellos hablaban todo el tiempo de entrar a estudiar a Dartmouth el próximo año, pero jamás se discutió que con mis notas mediocres y falta de actividades extra programáticas nunca entraría ahí… Y es que no importaba, porque ellos comprarían mi puesto.
El estúpido de James decía la verdad. Los Cullen nunca me ayudaban a superarme, a tener más confianza en mí misma, ni a mejorar en nada. Ellos me mantenían frágil y dependiente, aislada y sin opinión válida.
Resguardada como una cantante, no una novia.
Curiosamente fueron Jake, Quil y Embry fueron quienes mantuvieron las pocas trazas de sanidad en mi vida... Con ellos no estaba resguardada. Con ellos corrí por los riscos, anduve en moto e hice clavados desde alturas increíbles.
Y nunca sentí que fuera más incompetente, tonta o cobarde que ellos.
Ni tampoco me llamaron un "imán de desastres"… Ni una sola vez.
Sentí como se formaba una grieta que destrozaba en dos mi corazón.
-Eres malo – Dije volcando mi pena en rabia contra James por mostrarme realidades que me hacían sufrir – No sé por qué, no sé qué te hice, pero volviste enojado del patio y la que paga los platos rotos soy yo! – Dije tratando de pararme envuelta en el cobertor de dos plazas. Como no podía dejar de tapar mi pecho desnudo, no era fácil.
-Isabella… - Dijo él sin alterarse.
-Si querías hacerme daño no tendrías que haberte hecho pasar por mi amigo, mejor me hubieras roto una pierna como la otra vez! – Dije mientras trataba de alejarme deslizándome por el piso de madera.
-Ahora eres tú quien está dando golpes bajo el cinturón – Dijo mirándome furioso – Deja de alejarte de mí! – Estiró una mano hacia mi pie. Lo encogí y me alejé más.
-No me toques! – Grité haciendo un esfuerzo monumental por culparlo a él de todo, especialmente de esa sensación de permanente insatisfacción que normalmente era capaz de enterrar bien profundo en mi mente.
-Ven acá! – Demandó y estirándose rodeó mi tobillo y lo atrajo hacia él, arrastrándome. Cuando me tuvo a su lado no perdió un segundo, y empujándome me tuvo de espaldas, con su cuerpo sobre el mío para inmovilizarme.
-Suéltame! Suéltame o mátame de una vez si eso es lo que quieres! – Dije enojada de verdad, pataleando inútilmente.
-De verdad crees que me vas a ganar? – Preguntó en un tono más bajo y peligroso que un gruñido.
-No, pero si te enojas lo suficiente me vas a matar sin querer y me ahorrarás unas buenas horas de dolor innecesario. Ya sé lo que puedes hacer y no quiero experimentarlo de nuevo – Dije considerando si sería buena idea esculpirlo, pero la verdad es que eso es demasiado dramático hasta para mis estándares, y además el escupir hacia arriba tiene grandes posibilidades de finalizar conmigo escupiéndome a mí misma.
-Cálmate… Cálmate! Isabella ya! – Gritó – Deja de hacer un show por nada, llegaste a esas conclusiones tú sola, yo simplemente te pregunté cosas de las que consideré importante saber la respuesta. El que tú nunca te las hayas preguntado a ti misma habla más mal de ti que de mí. Deja de forcejear y te voy a soltar…
Lo pensé un momento y jadeante, dejé de luchar.
-Te odio – Dije débilmente.
-No es verdad – Dijo en un tono mucho más amable.
-Te odio – Repetí ya sin sentimiento – Por tu culpa voy a perder a la única familia que he tenido.
-Por mi culpa? – Preguntó apoyando el codo en el suelo y su cabeza en su mano. Seguía con ¾ de su cuerpo sobre el mío, y parecía perfectamente cómodo.
-Te acuerdas de que te pregunté si te pasaba que al vocalizar una idea esta se vuelve más real? – Dije con un hilo de voz.
Él asintió.
-Me hiciste decir en voz alta lo que quería ignorar… Y ahora me quedé sola… Por tu culpa - Lo acusé.
-No tiene que cambiar nada si no quieres – Dijo él acomodándose a su conveniencia sin dejar de estudiarme.
-Con gente que me menosprecia, me manipula y probablemente me quieren sólo como un aromatizador de ambientes con la fragancia favorita de Edward? No – Sacudí la cabeza – No – Repetí – Voy a cortar con todo eso, puede que para ellos todo fuera una broma, pero para mí no. Yo los quise de verdad a todos, hasta a la bruja de Rosalie, y yo me merezco que me quieran igual.
Su rostro se mantuvo mayormente serio pero pequeñas arruguitas en sus ojos delataron que estaba recuperando su humor normal… Estaba sonriendo.
-De qué te ríes, maldito rompe hogares? – Pregunté queriendo patearlo o darle un codazo en las costillas.
-No me estoy riendo, estaba pensando… - Dijo.
-En…?
-En que estoy orgulloso de escucharte hablar así. Habría sido fácil ignorar esta conversación y seguir con tu farsa habitual. Se requiere valor e integridad para tomar decisiones inconvenientes, y tú, niña del futuro, los tienes por montón – Dijo, besó rápidamente mi mejilla, y se puso de pie, dejándome tendida en el suelo, enrollada en mi cobertor.
-Gracias? – Salió como una pregunta.
-Vas a dormir ahí? – Preguntó mirándome hacia abajo.
Asentí.
Me enrollé en posición fetal y mis manos bajo mi cabeza.
Había tanto en qué pensar…
Planes por hacer…
Un enorme cambio de prioridades.
Y de cualquier modo la familia del año 1950 no me conocía.
El primer instinto de James no era matarme, por lo que aparentemente no había nada que solucionar con él.
Estaba sola…
Estancada.
Por cuánto tiempo?
Piensa, piensa, piensa…
Cuál es mi próximo paso?
No sé en qué momento me deslicé a la inconsciencia.
oooOooo
Cuando desperté el sol brillaba y el fuego de la chimenea aún estaba encendido… James no me había abandonado.
Sentí una punzada de arrepentimiento y vergüenza al recordar cómo me había comportado la noche anterior… Nada justifica que culpara a James de los desastres que yo misma había creado en mi vida.
Miré a mi alrededor y vi que mi maleta descansaba a mi lado, junto a una toalla limpia.
Maldito bastardo considerado, ahora me sentía peor…
Contorneándome y sacudiéndome logré sacar los brazos de mi capullo de tela convirtiéndolo en un largo vestido strapless. Luego recogí algo de ropa, útiles de aseo y la toalla, y partí a tomar una ducha.
Una vez limpia y vestida con una alegre solera blanca estampada con grandes puntos amarillos, fui a la cocina a desayunar. Elegí las hojuelas de maíz y las cubrí con un par de cucharadas de azúcar. Mi mamá se habría muerto al verme cometer ese sacrilegio, pero no me importó, porque en los 50s comer azúcar, tocino y mantequilla era considerado saludable.
Cuando fui a lavar los platos, me di cuenta de que en la mesa había una nota que decía simplemente "Jardín trasero".
Me fui a lavar los dientes y salí de la cocina, caminando hacia un sector de la casa en el que aún no había estado.
Una pérgola de líneas totalmente incoherentes con el estilo victoriano de la casa se elevaba simple y elegante, muy probablemente inspirada en el estilo bauhaus, sencilla y funcional.
Bajo la pérgola había un juego de incómodas sillas metálicas cromadas que definitivamente eran de la escuela bauhaus, y sentado en una de las sillas, fumando un cigarrillo como si fuera el jodido vaquero de Marlboro (antes de que se muriera de cáncer), estaba James.
Él por supuesto me sintió acercarme (Mierda! Probablemente me sintió despertar), pero no se giró a mirarme, lo que hizo que el camino hacia él se me hiciera eterno.
Bien, me lo merecía.
Cuando llegué a la pérgola me planté frente a él.
-Te puedes poner de pie? – Pregunté tímidamente.
-Por qué? – Preguntó a su vez sin mirarme.
-Porque necesito que lo hagas – Respondí – No seas un asno y coopera, si? – Le di una patada en la pantorrilla.
Se puso de pie desconfiado, mirándome atento a lo que haría a continuación.
Lo que no se esperaba es que me lanzara a sus brazos apretándolo con todas mis fuerzas.
-Lo siento – Dije contra su pecho – Lo siento, lo siento… Me perdonas? – Pregunté sin soltar mi agarre, pero arriesgando una mirada a ver si estaba enojado, aburrido, divertido o fastidiado.
Francamente no sé qué es lo que estaba, pero lo concreto es que aún no correspondía mi abrazo.
-Qué es lo que sientes? – Preguntó en ese tono plano que usa a veces, que no deja entrever nada.
-Ser una perra y una bruja – Dije de inmediato – No te lo mereces. Ninguna de las cosas que he dicho o hecho te las mereces, y lo siento si pasé los límites… No mereces pagar por problemas ajenos, y no dijiste nada que no fuera verdad.
Una brillante sonrisa por fin iluminó su rostro.
-Una perra y una bruja? – Se rio envolviéndome en sus brazos.
-Sí, una perra tiñosa y pulguienta y una bruja malvada con verrugas en la nariz – Fruncí el ceño para que viera que hablaba en serio, aliviada de ver que me había perdonado. Cómo era posible sentirme tan a gusto en los brazos de mi enemigo?
Porque si bien es cierto que es un asesino, no es mi asesino, me dije. No puedes culpar a este James por cosas que hizo su yo del futuro.
-No eres una perra, y no quiero volver a oírte hablando de esa forma de ti misma. Tampoco eres una bruja – Dijo apoyando su frente contra la mía para mirarme, y dejándome sin aliento. Su presencia era enorme, su energía poderosa, y su atractivo… Agh! Quise gemir de pura frustración sexual.
Edward me había tentado y rechazado por meses, siempre haciéndome sentir como una pervertida por querer tocarlo bajo la camisa, en cambio James… James era diferente, él no se escandalizaba en nombre de la moral, ni luchaba contra la corriente tratando de ser otra cosa que lo que genuinamente era. Estoy segura de que si su novia quisiera tocarlo él lo permitiría.
Es ridículo! El decir que él "lo permitiría", como si fuera una enorme una concesión, cuando parte de ser novios es el contacto físico, no?
No todos son como Edward…
No pueden serlo…
-Entonces… Eso quiere decir que me perdonas? – Susurré.
-No hay nada que perdonar – Dijo – Todo está olvidado.
-James… - Dije aferrándome a sus hombros para no perder el equilibrio al estar de puntillas – Por qué eres tan bueno conmigo?
-Tú tienes tus teorías de por qué estás aquí y yo tengo las mías – Dijo crípticamente, sin soltarme.
-Cuál es tu teoría? – Pregunté medio borracha con su cercanía.
-Mi teoría - Dijo hundiendo sus dedos en mi cabello para sostener mi nuca y manipular el ángulo de mi rostro en relación al suyo - Es que si viajaste en el tiempo y el espacio para encontrarme – Dijo como si hablara del clima - Es porque estás destinada a ser mía – Terminó en un murmullo que sí delataba emoción, y se quedó estudiando atentamente mi reacción.
Sus labios al moverse casi rozaron los míos, y una parte de mí me gritó que cerrara la distancia, que le rogara que me besara como besa un hombre de verdad a la mujer que desea, y que me enseñara en qué consistía exactamente "ser suya".
-Tuya…? – Jadeé patéticamente.
-Mía – Repitió.
-Yooo… - Enrojecí y se me trabó la lengua. Bien Bella, sexi.
-No hoy – Besó mi frente – No mañana – Besó mi mejilla cerca de la comisura de mi boca – Cuando estés lista – Besó mi otra mejilla – Podemos ser felices Isabella. Volviste para darnos una segunda oportunidad y seríamos idiotas si la ignoramos.
-No nos conocemos – Argumenté débilmente.
-Me conoces más que a tu Edward cuando comenzaron – Dijo soltándome, cabreado. Cuando se giró de nuevo tenía otro cigarro encendido – No importa… – Dijo más calmado – Desde ahora tú vas a tomar las decisiones por una semana. Nos moveremos a tu ritmo… Y la semana siguiente las tomaré yo.
-Decisiones sobre cualquier cosa? – Pregunté.
-Cualquier cosa – Repitió.
-Incluso si te pido dejar a Alice en paz? – Pregunté para ver qué tan en serio hablaba.
-Si eso es lo que realmente quieres… – Dijo sin sorprenderse y exhaló una bocanada de humo hacia el costado.
Fumar siempre me pareció estúpido, apestoso y nocivo hasta ese momento, pero al oler en sus manos el tenue rastro de bencina blanca de su zippo y verlo aspirar y botar el humo en su particular manera, me di cuenta de que no se veía estúpido para nada. De hecho se veía tan… Masculino… Era jodidamente sexi.
-Nos conocimos ayer – Afirmé luchando una batalla más que perdida.
Asintió.
-Y crees que estamos destinados a estar juntos… - Seguí.
Encogió los hombros, sin decir "sí" o "no".
-Pero si no me amas ni yo te amo… - Argumenté casi lamentándolo.
-Tampoco me odias – Dijo con toda calma.
-Por qué querrías cambiar tu vida por alguien a quien no amas? – Pregunté frustrada.
-Porque enamorarme de ti no requiere ningún esfuerzo – Dijo simplemente – Amarte es el curso natural de los acontecimientos, no podemos ignorar las coincidencias ni el como nos sentimos el uno con el otro… Isabella, yo sé que no quieres aceptarlo porque te sientes culpable, pero está ahí de todos modos, y no va a hacer más que crecer...
-De verdad piensas eso? –Pregunté sorprendida, abriendo los ojos como platos.
-No lo piensas tú también? – Preguntó ladeando la cabeza, luciendo confundido. Dios! Se veía adorable cuando usaba esa expresión.
Pero ya en serio, esa era una buena pregunta…
Qué, dentro de esta maraña es lo que pensaba yo?

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