martes, 14 de junio de 2016

En Silencio 15

Penúltimo capítulo de esta historia. Espero que les guste y me den sus últimas sugerencias para el final, aunque ya lo tengo bastante claro.
Abrazos.
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Este fic participa del Reto Anual "Te proponemos un longfic" del foro "Sol de Medianoche"
Disclaimer: Nada relacionado con la Saga Twilight me pertenece.
N° de Palabras: 3.917
Palabras Usadas: -
Emoción Usada: -
Imagen Elegida: Manada Quileute.
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Capítulo 15
I became awake
I thought I was sleeping, but I was only forming a structure with no ceiling
With words like a runway, a cloud of a person drifting away
I was heavy, but now I am light.
I Became Awake / Great Lake Swimmers
Bella POV
Mi cuerpo era liviano y pesado a la vez. No sentía estar apoyada en nada, era como si estuviera flotando, pero a la vez mis extremidades parecían estar hechas de plomo, inmensamente difíciles de controlar.
Quise tantear mis alrededores con mis dedos, pero me di cuenta de que me era imposible mover mis manos.
Quise girar mi tronco, pero mis huesos estaban fosilizados y mi piel se sentía tirante y delgada, como si se fuera a desgarrar al primer descuido.
Abrir los ojos ni siquiera era una opción…

Y aun así, lo peor no era la claustrofobia que me producía mi inmovilidad, sino que era algo, un cuerpo extraño, no sé exactamente qué, que bajaba por mi garganta, probablemente hasta llegar a mi estómago.
Si hubiera tenido las fuerzas necesarias me habría sacudido con las arcadas, pero no, ni los reflejos más básicos funcionaban en mi cuerpo... Aunque no me constaba que aun conservara uno…
Esto no es estar viva, verdad? No es así como lo recordaba…
Aquí no había nada, ni nadie. No podía ver u oír, y las pocas sensaciones que conservaba estaban casi desprendidas de mi cuerpo, acalladas por una gruesa niebla narcótica que me hacía sentir casi desdoblada.
Nada se sentía real, todo era borroso y abstracto, lo que me indicó que asumiendo que de verdad me hubiera muerto, este lugar obviamente no era el cielo… No, estar donde fuera que me encontraba no se sentía como un premio.
Entonces qué? El purgatorio?
Ciertamente eso sonaba algo más razonable, después de todo a pesar de tener poca conciencia de mi vida anterior, no me siento una muy buena persona… Creo que tengo un montón de pecados por los que responder, sólo que de momento no recuerdo ninguno.
oooOooo
Debo haber regresado a la nada por un rato… No sé cuánto… Días? Semanas? En este lugar no existe el tiempo…
Al menos ahora sé con seguridad que existe algo aún menos real que este limbo en el que estoy presa de mi propio cascarón: Puedo desaparecer, como el polvo que se lleva el viento, desintegrándome en millones de partículas, y eso me asusta.
Qué pasaría si la próxima vez que me desarticule no logro encontrar todos mis trocitos?
Qué será de mí si no encuentro el camino de regreso, o vuelve sólo la mitad?
Es así como se siente estar muerta? Y si no es así, por cuánto tiempo debo pagar penitencia antes de que me dejen morir permanentemente?
Pero no, yo no me quiero morir… Claro, tampoco quiero quedarme flotando en este lugar para siempre, pero creo que tengo personas por quienes vivir… Personas que me necesitan, que me aman…
No sé quiénes son, pero cada vez que me empiezo a desvanecer siento un tirón en el pecho que no se debe sólo a mi propia incertidumbre por mi propio destino.
No, yo sé que hay algo más, un tercer nivel de realidad… Tengo que regresar a donde pertenezco, abrir los ojos y mirar por última vez a mi alrededor, antes de permitir que la nada me vuelva a consumir.
Debo asegurarme de que todo está en orden.
Ese fue mi último pensamiento antes de que el viento se elevara y yo volviera a desaparecer.
oooOooo
Vuelvo a ser…
Aún sigo incapacitada.
Pero las cosas se sienten un poco diferentes esta vez… No sé si es sólo la temperatura del aire o una sensación más intangible, como un cambio en la carga energética a mi alrededor, pero me siento como cuando uno sale al jardín y puede predecir una tormenta eléctrica con sólo respirar profundamente.
O será tal vez un olor…?
Si tan sólo pudiera abrir los ojos, podría saber si es de día o de noche…
Si es que hay tal cosa en el purgatorio. Sigo en el purgatorio? En ese lugar no siento nada…
Trato de luchar, y la prisión que inmoviliza mi cuerpo se siente tan firme como las otras veces, pero esforzándome mucho logro comenzar a percibir algunos retazos  de la otra realidad, esa que se encuentra alejada de la nada. Esa que no he podido explorar.
No, no hay voces.
Hay… pitidos.
Me esfuerzo un poco más para investigar por sobre la desagradable sensación de tener los oídos tapados, como si estuviera viajando en un avión mal presurizado.
Y descubro un sonido leve, pero tan familiar que siento revivir mi muerto corazón… De hecho parece que está volviendo a latir por primera vez en una eternidad, y creo que se me va a salir del pecho de felicidad.
Esto más poderoso que cualquier otra cosa…
Porque lo reconocería en cualquier parte…
De hecho creo que es lo único que podría reconocer con mi nueva forma, ahora que no soy nada. Sin vista, ni tacto, ni gusto, ni un cuerpo que manejar, sólo me queda una rústica versión de la audición.
Esto que percibo no es sutil como el aire cargado de electricidad del comienzo de la jornada, esto no requiere interpretación,  porque es lo más tangible y concreto del mundo
“…Yo estaré ahí para ti
Estas cinco palabras te juraré
Cuando respires quiero ser el aire para ti
Yo estaré ahí para ti
Viviré y moriré por ti
Robaré el sol del cielo para ti
Las palabras no pueden decir lo que el amor es capaz de hacer
Yo estaré ahí para ti…”
(A/N *I'll be there for you, Bon Jovi)
Esa canción… Esa era nuestra canción…
Mía y de quién?
Mía y de quien amo, por supuesto.
Sólo debo averiguar quién es esa persona.
Me esfuerzo por generar una imagen a la que aferrarme, y nada se viene a mi cabeza. No lo puedo visualizar, y no lo puedo escuchar, pero sé que me ama profundamente, y sé que yo lo amo a él.
Aún sin poder verlo siento sus cadenas anclándome un poco más al mundo real.
Lo sabía! Sabía que hay personas en mi vida por quienes luchar! Me felicito.
Debo abrir los ojos al menos una vez antes de partir, y confirmar al menos que él existió, que no es un fragmento de mi propia imaginación…
Tal vez hasta despedirme, si es posible.
Aunque no creo poder volver a hablar, el sólo imaginar una conversación me agota.
Está bien, será en silencio.
Ahí vamos otra vez…
Perdí la conciencia…
oooOooo
Esta vez dormí, no desaparecí. Lo sé porque mi cuerpo existía, yo ya estaba en él, así es no debí rescatarlo de entre la nada antes de irme de paseo al mundo real.
Me estiré tratando de alcanzar la otra realidad y esta vez no fue tan difícil. Ya sabía el camino y tenía un poco más de energía y lucidez, así es que busqué tratando de obtener la mayor cantidad de información posible, sabiendo que mi tiempo sería acotado.
Esta vez sabía cuál era mi primer objetivo: la música.
“…No sé qué es lo que voy a hacer
Sobre estos sentimientos dentro de mí
Sí, es verdad – La soledad me llevó de paseo
Sin tu amor – No soy nada más que un mendigo
Sin tu amor – Un perro sin su hueso
Qué puedo hacer? Estoy durmiendo a solas en esta cama…”
(*A/N Angel, Aerosmith)
Esa era mi música… Mía, de eso estaba segura, ya que conocía cada acorde, cada palabra de sus letras, sin embargo la selección de canciones había sido escogida por una razón, eso también lo supe.
Porque no podía ser una coincidencia, verdad?
Mi música no podía ser uniformemente miserable, estoy segura de que mis playlists hablarían de todo un poco. Mi música tenía que ser divertida, no? De lo contrario me habría tirado de un puente hace tiempo y no estaría en esta situación.
O quizás estoy en esta situación por ese motivo: Me ahorqué colgándome de un candelabro y por eso estoy en el purgatorio.
Algunos considerarían que escuchar Glam Rock es en sí una especie de infierno…
Nah! Eso definitivamente es el Rap Gánster.
Traté de mover los dedos de las manos y no pude por más que me esforcé.
Traté de mover los dedos de los pies sin resultados.
Y por último hice el enorme esfuerzo de abrir los ojos.
Era como si mis párpados estuvieran hechos de cemento, no lo lograba, no tenía control muscular y quería gritar de frustración pero no tenía voz, hasta que de pronto y de una sola vez mis ojos se abrieron por completo.
Pasaron dos cosas: Vi una borrosa y enorme figura inclinada junto a los pies de la cama, y mi cerebro fue acuchillado por la brillante luz de la mañana.
Creo que traté de gemir de agonía y al tratar de producir sonidos mis cuerdas vocales vibraron contra el tubo de mi garganta, y sentí que iba a vomitar, lo que hizo de una mala situación una peor.
Unas enormes manos me empezaron a sacudir los brazos.
Una voz desesperada me llamaba con palabras que no entendía.
Quizás ahora soy un vampiro, y los vampiros se mueren a la luz del sol…
Una imagen rondó mi cabeza: Una caja de cereal con el dibujo de un vampiro. Era un noble europeo… Un lord, o un duque… Raro… Tan raro…
Y yo estaba tan, tan cansada por el esfuerzo que desaparecí otra vez.
oooOooo
No sé cuánto tardé en regresar de la nada al purgatorio, porque el tiempo no existe, menos para los muertos, eso es un concepto inventado que la gente viva usa para ordenar su vida. Por eso en el limbo los relojes no importan, ya que nunca hay nada qué hacer, nada que ver, ninguna parte dónde ir, ni hay que comer, ni bañarse, ni trabajar.
Mi deber sólo es flotar encerrada en una pesada armadura de hierro.
Pasó un millón de años.
Civilizaciones enteras emergieron y declinaron frente a mí.
Vi nacer algunas estrellas y morir otras, y la más grande de todas hasta se transformó en un agujero negro y se tragó montones de pequeños planetas y lunas.
Todo eso y más pasó mientras yo flotaba, martirizándome en mi prisión, porque no lograba recordar algo clave.
Esta vez no se trataba de sensaciones, se trataba de hechos. Había cosas importantes que debería saber, y la incertidumbre me aterraba…
Algo tiraba fuertemente de mí, pero lo desconocido me asustaba más que la nada.
En lo desconocido había dolor, en la nada me disolvía, y en el limbo me dejaba llevar.
Durante eones fui cobarde, a pesar de que cada vez el tirón era más fuerte.
Debería arriesgarme?
Del mundo real sólo recordaba mis últimos segundos ahí, esos afilados puñales enterrándose en mis retinas.
Valía la pena regresar a explorar a pesar del peligro?
, me dije finalmente.
Sí, aunque fuera para dar un nombre a las cadenas que me ataban al mundo de la gente y decir un adiós general y definitivo.
Y apenas tomada la decisión comencé a caer y caer en espiral, y a recordar vertiginosamente las razones que me hicieron ir a ese mundo en primer lugar.
Ese mundo donde un gigante hacía guardia a los pies de mi cama.
Ese mundo donde la música estaba a cargo de chicos lindos de pelo largo que cantan baladas de amor.
Ese mundo en el que sabía que alguien me esperaba.
Alguien que me amaba.
Pero… Pero… Ese mundo era feo y mi cuerpo dolía en ese lugar! Y la luz que se colaba por las ventanas le hacía daño a mis ojos y no me podía mover, pero tampoco flotar.
A mí me gustaba flotar…
Valía la pena regresar definitivamente?
Y si mejor me quedaba en el limbo unos años más?
O mejor aún, desaparecía de una vez.
Demasiado tarde, maldije.
Cada vez caí con más velocidad, hasta que me estrellé de espaldas contra una camilla, aspirando una gran bocanada de aire que me provocó arcadas, por el asqueroso tubo plástico que tenía metido hasta las tripas, y las arcadas a su vez me hicieron retorcerme.
Auch! Duele, duele, duele! Quiero volver a la nada! Quiero flotar! No quiero sentir!
Pero ya había comenzado. La implacable realidad golpeaba duro quitándome la dulce bruma de la inconciencia, y ya podía sentir dolor y podía escuchar…
“…Derramé una lágrima porque te extraño
Aún estoy bien para sonreír
Niña, ahora pienso en ti cada día
Hubo un tiempo en el que no estuve seguro
Pero tú calmaste mi mente
Ahora no hay dudas en mi corazón…”
(*A/N Patience / Guns & Roses)
-Bella! Isabella! – Exclamó una voz por encima de la música – Enfermera! – Gritó.
Me estaba ahogando. A pesar de contar con una de esas mangueritas de oxígeno que se ponen en la nariz, nada de ese precioso elemento estaba entrando en mis pulmones. Sentí mi garganta bloquearse ante el dispositivo extraño que era la manguera, que estaba sujeta de alguna parte y no me la podía sacar moviendo la cabeza, por lo que traté de tironear usando mis manos, una de las cuales resultó estar conectada a catéteres: Una de las alargaderas se desconectó de su bolsa y la otra resistió pero la aguja desgarró mi piel.
-Bella no! No te muevas! – Me inmovilizó un bloque de cemento parlante. Aún no me atrevía a abrir los ojos.
No le hice caso al bloque y traté de retorcerme para poder al menos vomitar. Llevaba menos de 10 segundos bloqueada pero se sentía como si hubieran pasado años desde la última vez que respiré.
Manos más pequeñas y heladas comenzaron a trabajar en mí. No sé qué hizo, pero poco a poco se fueron apagando los pitidos, e incluso se las arregló para sacarme la manguera de la boca.
Cuando terminó de estabilizarme quedé agotada y me puse a llorar, sintiéndome francamente miserable, mientras ella curaba mi mano herida y me reconectaba los catéteres en la otra.
-Bella, no, no llores – Dijo el bloque de cemento suavemente, rogándome que cooperara.
Seguí llorando. Quería volver a morirme, nunca debí regresar.
-Bella, háblame… - Imploró.
Abrí la boca para decirle que no pensaba volver a hablar jamás, que era miserable y aguantaría la respiración hasta ponerme morada y desmayarme, pero no fue necesario, porque mi garganta estaba maltratada e inflamada y no habría podido decir nada ni aunque hubiera querido.
Puse mi mano en mi garganta y negué con la cabeza.
-Entonces abre los ojos… - Insistió – Necesito saber que estás bien, necesito saber que sigues siendo tú…
Saber que sigues siendo tú
Eso me llegó al corazón, simplemente porque yo también quería saber si seguía siendo yo misma…
Probé los músculos que controlan mis párpados y aparentemente funcionaban. Decidí abrir una pequeña ranura de un ojo para ver si era seguro.
La enfermera dijo que volvería en unos momentos.
-La luz está apagada, es de noche y las cortinas están corridas – Dijo él en un susurro, como adivinando mis miedos. Posiblemente había sido él quien me vio abrir los ojos y freírme el cerebro la última vez que lo intenté.
De todos modos fui cuidadosa, y abrí los ojos muy lentamente.
Era verdad, la habitación estaba a oscuras salvo por una suave luz indirecta que estaba sobre mi cama y no fue difícil acostumbrarme a ella. Lo primero que vi fue la silueta del gigante junto a mí, que segundo a segundo se fue definiendo hasta revelar sus facciones.
Era… Mío. La palabra que buscaba era “mío”.
Mío… Mi Embry.
Yo soy Bella, y él es mi Embry, y lo amo.
No estaba muy segura de nada de lo demás, y francamente no me importaba. Él es la razón por la que regresé. Ahora lo comprendía, la necesidad de volver para vivir a su lado… Porque se lo prometí. Porque nuestra vida recién iba a comenzar, pero para eso debíamos estar juntos.
Estiré la mano que no estaba conectada al suero y traté de alcanzar su mejilla. No lo alcancé, por supuesto, pero él se reclinó para descansar su rostro sin afeitar en la palma de mi mano.
Lo estudié con más atención.
Estaba más delgado, aunque seguía siendo enorme, su cabello estaba más largo, sus risos le llegaban casi a los hombros, sus ojos se veían más oscuros y ojerosos y su rostro lucía líneas de expresión que nunca antes estuvieron ahí: Sufrimiento.
Dios!
Yo había estado debatiéndome con la muerte, es verdad, pero Embry debió presenciarlo, y si la odisea había durado tanto como me imaginé, su tortura debió ser horrible. Si de algo estaba segura era de su amor por mí, y de la certeza de que él daría la vida por no verme sufrir.
O sea que sin importar lo que me pasó a mí, quien realmente sufrió fue él.
-Isabella… Sabes quién soy? – Preguntó casi inaudiblemente.
Asentí con una temblorosa sonrisa y modulé “Mi Embry”
-Oh, dios, gracias! – Exclamó y cayó de rodillas, abrazándose a mis piernas, donde hundió el rostro. Estaba llorando. No hizo ruido, pero lo sentí sacudirse.
Mi mano libre se hundió en su cabello y la otra, más limitada de movimientos, acarició su brazo.
Nos quedamos en esa posición largo rato, y mientras él se desahogaba yo comencé a hacer un pequeño inventario de mi cuerpo… Más allá de las cosas que me dolían desde antes y la irritación en mi garganta, lo que más me preocupaba en ese instante es que sentía una sonda entre las piernas… Agh dios, no!
Si había estado en coma me habrían instalado junto con el tubo de alimentación una sonda vesical, y ese era el cuerpo extraño entre mis piernas. Bueno, eso y un pañal de adultos.
Horror!
Ojalá fuera como precaución… No, no quería pensar en todo aquello ahora.
Qué más?
Apesto.
No demasiado, pero si un poco, y mi boca… puaj.
Al menos me lavaría los dientes, o de lo contrario debería echar a Embry de mi habitación. Sólo media muerta habría permitido que me viera en estas condiciones, que es exactamente lo que sucedió.
Cuando él se calmó un poco me miró tímidamente, con el rostro aun descansando en mis rodillas, y se veía tan hermoso en su inocente felicidad que quise romper a llorar.
Apunté mi boca.
-Beso? – Sonrió un poco.
Arrugué la nariz y negué frenética.
-Hambre? – Preguntó.
Negué. Inflé y desinflé las mejillas.
Él frunció el entrecejo, confundido.
Hice el gesto de cepillarme los dientes con los dedos.
-Oh. Oh! Sí! Hay una máquina en el pasillo del piso de abajo, te voy a ir comprar un cepillo… - Dijo feliz de tener una misión - Voy a llamar a la enfermera para que te acompañe…
Asentí.
-Júrame que no te vas a volver a ir… - Dijo tomando mi mano.
Asentí y me dibujé una cruz en el pecho.
Embry sonrió y apretó el botón para llamar a la enfermera. Cuando ella apareció Embry le dijo adónde iba y le pidió que me acompañara. Yo me despedí con la mano y la enfermera  con un gesto condescendiente. Probablemente había tratado con él medio enloquecido de dolor todo este tiempo.
-Por fin despertaste, Isabella – Dijo ella acercándose a la cama – Vamos a aprovechar el tiempo que tenemos solas mientras regresa el doctor, y va a ser un rato largo porque hay un gran incendio en un edificio de departamentos y todos los heridos se están desviando a nuestro servicio de urgencias y la prioridad está en salvar a los pacientes que van llegando así es que casi todo el personal está concentrado allá…
Asentí. Me parecía razonable, yo no tenía nada que requiriera atención inmediata.
-Mi nombre es Érica – Dijo mientras me sacaba el suero pero me dejaba el catéter principal vendado – Vamos a sacar esto, si el doctor lo indica te lo vuelvo a poner, te parece?
Asentí. Apunté a mi entrepierna.
-Oh, la sonda… Sí, también la podemos retirar, supongo que de ahora en adelante vas a querer ir al baño, verdad?
Fruncí el ceño.
-No te preocupes por los pañales, tu dieta es líquida, pero son una precaución necesaria.
Moví la mano frente a mi nariz.
-Hay mal olor? – Preguntó Érica.
Apunté hacia mí.
-Quieres bañarte, lo comprendo – Dijo – Pero eso sí depende del doctor. Lo que puedo hacer es asearte para que no estés incómoda.
Suspiré resignada y asentí. Obviamente no llegaría a ninguna parte sola, y Érica se estaba comportando de manera bastante decente.
oooOooo
El proceso de limpieza fue una de las cosas más incómodas y humillantes que me ha tocado vivir, pero me consolé pensando que sería la última vez que me tocaría sufrirla.
Descubrí tres parches de distinto tamaño en mi estómago, pero Érica dijo que era mejor que el doctor me explicara a qué se debían, porque ella no conocía los detalles de mi caso.
Acepté sin quejarme, ya que de momento tenía otras prioridades.
Cuando apenas comenzábamos regresó Embry, pero Érica lo dejó afuera prometiendo llamarlo en cuanto termináramos. Él no estaba muy contento, pero yo quedé eternamente agradecida a mi enfermera nocturna por proteger algo de mi dignidad.
Érica me trapeó de pies a cabeza, me lavó el pelo con champú en seco (que por alguna razón compraban especialmente para mí, los demás enfermos se arriesgan a resfriarse usando agua y jabón), me peinó hasta desenredar cada hebra de mi cabello y hasta me puso un par de gotitas de mi agua de colonia en las muñecas y detrás de las orejas.
-Mejor? – Preguntó.
“Mucho. Gracias”, modulé.
-Me alegro –Dijo - Ahora vamos a dejar entrar a ese novio tuyo que se debe estar muriendo de ansiedad. No creo que se haya separado tanto tiempo de ti desde que llegó aquí buscándote.
Sonreí tristemente. Seguro que no. Conociéndolo, él habría estado conmigo en cada momento.
Verlo acercarse, entrar por la puerta y reducir el cuarto con su mera presencia me quitó el aliento, y a él el verme más o menos limpia, sentada y sonriente  le produjo lo mismo.
Estiré la mano y él depositó un cepillo de dientes de Bob Esponja.
-Voy a buscar la pasta y algo donde escupir – Dijo metiéndose al baño.
Regresó con una toalla de mano, pasta de dientes, enjuague bucal, otro cepillo (el suyo) y una palangana de curaciones, que dejó sobre mi cama. Luego sirvió un vaso con agua del jarro de mi velador y preparó ambos cepillos.
Me lavé los dientes tres veces y me enjuagué dos antes de darme por satisfecha, y para entonces me sentía como un millón de dólares.
Embry fue a botar el agua y a ordenar los artículos de aseo y finalmente regresó, caminando despacio, tímido, casi inseguro.
Finalmente se paró a más de un metro del pie de la cama y se miró los zapatos, como esperando instrucciones.
-Embry! – Grazné dolorosamente, de manera casi inaudible y ronca, como si llevara décadas fumando.
Él me miró.
Estiré la mano hacia él y no la bajé hasta que él no la hubo tomado.
“Te amo. Siempre” Modulé.
Él me miró a los ojos y los volvió a bajar.
-Tal vez no deberías hacerlo… No deberías amarme… Te fallé – Dijo atormentado, apretando mi mano y contradiciendo sus palabras.
Levanté una ceja, confundida.
-No te pude defender, por mi culpa estás así… - Explicó atormentado.
Mil frases se me vinieron a la boca.
“No es tu culpa”
“Tú me defendiste, pero estabas mal herido”
“Fue culpa de Jacob”
“Hiciste lo que pudiste”
“No estoy tan mal”
Pero al final lo que modulé es
“Eres un idiota. Y te amo. Siempre”.
Su rostro se debatió entre diez emociones distintas, desde la culpa hasta la felicidad, asentándose en un alivio que hizo que le flaquearan las rodillas, debilidad que yo aproveché para tironearlo y acercarlo más a mí.
Si él no hubiera cooperado nada hubiera obtenido, pero él me extrañaba tanto como yo a él…
El primer roce de nuestros labios fue tentativo, como para reconocer si el fuego seguía ahí. El segundo fue para saborear que efectivamente había sobrevivido lo que para ambos era sagrado; y el tercero… El tercero y los que siguieron fueron la promesa de que saldríamos de esta situación más enamorados que nunca. Lo que no te destruye te hace más fuerte, dicen… Y a nosotros casi, casi nos destruyeron.
Lo que quedó de esa noche lo pasamos con Embry acostado en la camilla, y  yo acostada sobre Embry, abrazados y en silencio.
Yo no podía hablar sin mucho esfuerzo, a él no le gustaba hablar, y para todo lo que sin duda deberíamos discutir habría tiempo de sobra… Mañana.
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Ok, no olviden contarme qué les gustaría que suceda en el último capítulo. Sé que varias tienen planes para Billy y el Viejo Quil, veamos qué se puede hacer.

Abrazos.

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