martes, 26 de abril de 2016

En Silencio 8


Hola, gracias a todas por su apoyo, esta historia ha llegado al corazón de muchas que quieren adoptar a Embry y hacerlo feliz, lo que me hace tratar de actualizar más rápido, para que no lo echen de menos.
Este capítulo es bastante revelador, ustedes dirán.
Un abrazo y sigan comentando!
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Este fic participa del Reto Anual "Te proponemos un longfic" del foro "Sol de Medianoche"
Disclaimer: Nada relacionado con la Saga Twilight me pertenece.
N° de Palabras: 3.558
Palabras Usadas: -
Emoción Usada: -
Imagen Elegida: Manada Quileute.
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Bella me regaló una sonrisa un poco temblorosa, en sus ojos aún quedaban lágrimas sin derramar, y con movimientos agonizantemente lentos, cerró la distancia entre nosotros y me besó.

Capítulo 8
…'Cause I've had the time of my life
And I owe it all to you
I've been waiting for so long
Now I've finally found someone
To stand by me
We saw the writing on the wall
As we felt this magical fantasy
Now with passion in our eyes
There’s no way we could disguise it secretly
So we take each other’s hand
'Cause we seem to understand the urgency…
"(I've Had) The Time of My Life" / Bill Medley, Jennifer Warnes

Embry POV
Y así es como sucedió…
Mi primer beso de verdad…
Nunca antes había besado a una chica en el sentido romántico tradicional, aunque sí había robado un par de besos durante juegos de la infancia como “la botella” o “siete minutos en el cielo”. Nada más que un par de torpes caricias, claro… Y sobre el sexo… Bueno, por mucho que me pese admitirlo, no había una vida sexual de la que hablar.

Mi timidez y baja autoestima hicieron imposible que me relacionara con el sexo opuesto antes de los 16 años. Aún no me desarrollaba y mi falta de credenciales no me hacían precisamente popular entre las chicas de la cerrada comunidad de La Push, sino más bien afectaba la percepción que todos tenían de mí en la escuela…
Era y seguía siendo un chico solitario, aislado, y el blanco de interminables burlas que sólo se acallaban parcialmente cuando Jacob estaba cerca, siempre dispuesto a enfrentar a los matones de turno.
Me pasé mi adolescencia recibiendo y distribuyendo palizas, y si no hubiera sido por Jake y Quil que más de una vez se lanzaron a mi rescate, me habrían pateado el trasero al menos un par de veces a la semana.
Cuando estaba por cumplir los 17, y ya cercano a la meta de salir del colegio de una buena vez para empezar una nueva vida en otra parte,  regresó Bella a Forks para romper mi corazón, y meses después me convertí en lobo, haciéndolo todo mucho peor, y mil veces más confuso…
Y a pesar de que sabía que soñar con Bella no me crearía más que pesar y dolor, no lo pude evitar.
Y sí, por supuesto que mis hormonas estaban revolucionadas, y como cualquier chico adolescente pensaba en sexo el día entero, pero antes de Bella nunca consideré seriamente que alguna chica me permitiera tocarla, y luego… Luego cada vez que pensaba en sexo lo hacía con ella en mi  mente, siempre ella protagonizando mis fantasías… Imaginar a otras se me hacía casi un sacrilegio, y pensar en estar con otra hasta me daba un poco de asco.
No es que no lo haya intentado.
Cuando con el tiempo Bella comenzó a salir con Jacob, yo apenas podía resistir el dolor, los celos y la culpa, y fui varias veces con Paul a emborracharme en los bares de Port Ángeles.
La parte del alcohol la manejé sin problemas, pero nunca pude resistir que una zorra me pusiera las manos encima, y menos se acercara a mi rostro… Todas olían igual, a perfumes dulzones, alcohol, cigarrillos y feromonas.
Bastante similar a como huele mi mamá, ahora que lo pienso…
En cambio Bella siempre olía limpia y fresca, no enmascaraba su esencia con productos químicos y su aroma natural era todo lo que necesitaba para calmarme y volverme loco de necesidad.
No me quedó alternativa…
Cada vez me fui alejando más al comprender que mis reacciones físicas se hacían más y más pronunciadas. Evité estar con ella a solas, evité hablarle directamente, evité mirarla a los ojos, y mi ensimismamiento se convirtió en la tónica. Ya ni la telepatía con los demás miembros de la manada era un canal abierto de comunicación. Yo no era como los demás, no pensaba como los demás y evitaba a toda costa la invasiva intimidad de dos o más mentes conectadas.
Es por todo esto que hasta que mi madre me echó de la casa yo nunca había tocado a Bella realmente, no como los demás en La Manada, ni siquiera de forma casual, y mucho menos como quería hacerlo.
Por eso ahora, este beso, era un asunto absolutamente apartado de la lógica y la razón…
El beso que ella me regalaba…
Porque quería “probar algo”.
Yo, como un imbécil, al principio no supe cómo reaccionar, y los primeros segundos me paralicé como un idiota mientras ella depositó un casto beso en mi labio inferior y luego otro en el superior, sin dejar de mirarme para observar mis reacciones. Cuando se aseguró de que si bien no respondí al menos no me alejé, hundió sus dedos en mi cabello  y entreabriendo los labios lamió mi labio inferior, despacio, tortuosa, sensual… Dios!
Combustión espontánea, aquí voy.
Entonces cerró los ojos y suspiró satisfecha sin retirarse, y yo no me pude contener más.
Todo su cuerpo estaba ya entre mis brazos, pero  de todos modos la apreté un poco más fuerte, y al sentirme responder ella emitió un sonido bajito, parecido a un ronroneo, que terminó por derribar mis barreras haciéndome olvidar todas las razones por las cuales esta era una mala, mala idea.
Lo que vino después es difícil de explicar… Quisiera decir que la besé con la maestría de un amante experto, pero la verdad es que tomé control de los besos a fuerza de necesitarla, de querer poseerla y someterla para evitar que se escapara, para no romper el contacto jamás.
Gracias a la telepatía compartida con mis hermanos sabía la teoría y la técnica, pero la práctica es muy distinta cuando se tiene a un medio distractor como Isabella con el que lidiar, restregándose contra mi cuerpo.
Debo reconocer que una vez que Bella consiguió que yo reaccionara me entregó las riendas para guiar el ritmo de nuestras caricias, pero yo no me estaba comportando de la forma sensual y controlada que hubiera querido demostrar, porque todo era un tumulto en mi interior, con voces gritando a todo pulmón: “Tómala”, “Márcala”, “Bésala”, “Abrázala”, “Lámela”, “Muérdela”, “Ámala”, “Ámala”, “Ámala”…
Una parte de mí quería recostarla en la arena y cubrirla con mi cuerpo, pero me di cuenta de que hacía demasiado frío y ella necesitaba estar rodeada de mi calor, así es que traté de reacomodarla para quedar más cómodos de modo de no forzar su delicado cuello.
Con todo y lo torpes que fueron esas primeras caricias, ella no dejó de responder, y se movió hasta quedar a horcajadas sobre mis muslos, presionando su pecho contra el mío, prácticamente sentada sobre mi erección.
Por favor, que no me haga acabar en los pantalones… Una cosa es que pensara que soy un amante medio bruto o no muy talentoso y la otra es que pensara que soy un eyaculador precoz.
-Bella! – Gemí sin querer, un sonido desesperado que se escapó de mis labios.
-Embry… - Ronroneó ella, y deslizó su boca desde mis labios hasta mi cuello, repartiendo dulces besos y lamiendo mi piel.
Por favor no acabes, no acabes, no acabes, concéntrate, enfócate…!
-Bella… - Jadeé al fin, odiándome por lo que iba a decir – Estás segura de que esto es lo que quieres?
-Besarte? – Preguntó mirándome a los ojos y luciendo una sonrisa diabólica que hacía infinitamente sexy su rostro angelical.
Asentí.
-Si… Quiero besarte muuucho más - Dijo sin vacilar, coqueta, ordenando inútilmente el cabello que me estaba cayendo sobre los ojos – Lo quieres tú? – Preguntó súbitamente vulnerable, luciendo más joven y pequeña.
Fruncí el ceño y no dije nada por unos segundos, tratando de encontrar las palabras adecuadas para expresar mis emociones. Esto estaba mal, no había duda, pero por fin tenía en mis brazos a la mujer que amaba, a la única persona que había amado en toda mi vida… Por ella estaba dispuesto a morir y a matar, pero estaba dispuesto a traicionar a mi mejor amigo? Ella hacía años que no estaba con Jacob, me constaba que no lo quería de regreso, no era como si le estuviera levantando a su novia, pero de todos modos sería una traición…
Mi silencio no fue bien recibido…
Los ojos de Bella se llenaron de lágrimas, se puso de pie violentamente y retrocedió, tratando de alejarse de mí.
Desesperado, no atiné más que a extender mi brazo, tomarla de la muñeca, y obligarla a girarse, haciéndola perder el equilibrio y haciéndola caer sobre la arena. Ella se debatió tratando de liberarse de mi agarre que inmovilizaba sus manos por sobre su cabeza, pero yo la aplasté parcialmente con la parte superior de mi cuerpo, haciendo que cualquier esfuerzo por alejarse le resultara inútil.
Bella por fin dejó de luchar, callada, jadeante y lanzando rayos por los ojos, pero a pesar de su furia parecía a punto de echarse a llorar.
-Te amo! – Exclamé con un grito desgarrado – Bella, no te vayas… Te amo… - Le dije en un susurro.
Traidor…
Bastardo traidor…
Le clavaste un puñal en la espalda a tu único amigo…
Bella abrió los ojos asombrada.
-De verdad? – Preguntó con un hilo de voz, estudiando mi rostro atentamente.
Asentí avergonzado.
Evité su mirada.
Mañana cuando el efecto de los brownies haya pasado, se dará cuenta de lo que hizo y tendré que largarme a la puta calle… En fin, fue hermoso mientras duró…
-Desde cuándo? – Insistió. Encogí los hombros. Desde siempre.
Solté sus muñecas, pero no la liberé de mi peso.
-Embry, desde cuándo? – Repitió tomando mi rostro entre sus manos y guiando mi mirada a la suya.
-La primera  vez que te vi… - Admití renuente – Llevabas un vestido rosa y blanco y zapatos de charol que tu abuela Swan te regaló y que Charlie te obligó a usar. Recuerdo que te quitaste los zapatos en cuanto tuviste oportunidad… Charlie y tú estaban de visita en casa de Jacob, y eras la cosa más linda que había visto… Todavía lo eres – Agregué tristemente.
-El vestido rosa… - Murmuró para sí – Ese día jugamos en los pozones y me caí al agua! Qué edad tenía? Unos 5 años?
-4 – Respondí sin dudar.
-No es posible que lo recuerdes!  Tú tenías 3! – Dijo incrédula.
-Tengo memoria fotográfica – Respondí – Recuerdo en detalle cada momento contigo.
-Oh Embry, por qué nunca dijiste nada? – Preguntó acariciando mi mejilla, el enojo ya olvidado.
Hice una mueca y negué con la cabeza.
-Si me querías por qué me evitabas como si me detestaras? – Insistió.
-Eras de Jacob… Aún lo eres – Dije sintiendo el peso de la culpa sobre mis hombros.
-No soy de nadie, y mucho menos de Jacob! – Se intentó cruzar de brazos, cabreada – Eso terminó hace años, y es más, nunca debió comenzar, porque él es mi mejor amigo y yo creí que lo correcto era darle una oportunidad, pero estaba equivocada…
-En su mente sigues siendo suya, y  él es mi único amigo, y lo acabo de traicionar… - Dije rodando para liberarla hasta quedar de espaldas en la arena, y cubrí mi rostro con mi antebrazo.
-Embry… - Suspiró – Embry mírame! – Ordenó, y yo obedecí a mi Alpha – Embry…  Tú me gustas, sí? Agh! Ojalá hubiera una manera distinta de hacer las cosas… Cuando vine a buscarte no pensé que tendría que hacer una declaración formal de intenciones, y menos estando bajo la influencia de sustancias ilícitas, pero bueno, no importa, así es la cosa… - Pausó y delineó el arco de mis cejas con sus pulgares y yo cerré los ojos disfrutando de esas caricias – Llevo años tratando de llegar a ti, sabes? Años queriendo acercarme mientras tú me rechazas… Yo… Yo entiendo tus razones si quieres que nos olvidemos de lo que pasó aquí y quieres mantenerme como una amiga más, te prometo que nada va a cambiar, pero antes de tomar esa decisión, no crees que ya es hora de que busques tu propia felicidad? Y no crees que ya es hora de que yo tenga un novio de verdad? Uno que no tenga que luchar por no matarme cada vez que me ve, o uno que me den ganas de besarlo y no de ver tele basura y comer pizza todo el día…?
-Quieres… - Me costaba decir las palabras. Estaba alucinando, seguro. Pronto despertaría, solo, en el bosque, sin prospectos ni futuro… Y claro, sin Bella – quieres ser mi novia?
-Quiero ser tu algo… – Dijo apoyando su mejilla en mi corazón, y se abrazó a mí.
-Isabella, quieres ser mi novia? – Repetí. Necesitaba estar seguro de que estábamos en la misma página.
Ella se giró y se recostó perpendicular a mi cuerpo, apoyando su codo en mi estómago y la cabeza en su mano.
-Me amas? – Preguntó.
-Te amo – Respondí.
-Entonces soy tuya – Respondió con una sonrisa serena – Ahora, te puedo besar?
Me encandiló otra vez. Su belleza, su personalidad, su inteligencia, su corazón… Todo para mí. Era posible?
Asentí.
Ella se acercó muy despacio y cuando estaba por tocar mis labios mi cerebro vomitó una frase para el bronce
-Hoy fue mi primer beso… - Dije de la nada.
Ella se congeló sin llegar a besarme.
-Nuestro primer beso? – Preguntó.
Negué con la cabeza.
-Nunca has tenido novia? – Susurró.
Negué con la cabeza.
-Nunca besaste a una chica? – Continuó.
Negué con la cabeza.
-Nunca… - Vaciló – Nunca estuviste con una chica?
Negué con la cabeza, esta vez más lentamente, humillado, pero era mejor que ella lo supiera todo antes de embarcarse con alguien como yo.
-Cómo es posible? Eres… Eres… - Luchó por dar con el adjetivo correcto.
-El bastardo de alguno de los hombres más “respetables” del pueblo, el hijo de una zorra, nadie de La Push se metería conmigo, y luego, cuando crecí y te volví a ver, me di cuenta de que no había otra, no quiero a otra… - Me callé. Estaba hablando demasiado.
-Me regalaste tu primer beso… - Dijo sonriendo.
Asentí.
-Más bien te lo robé… - Corrigió frunciendo el ceño.
Encogí los hombros, estaba bien por mí.
-Quisiera haberlo sabido… Quisiera poder haberlo hecho especial… - Acarició mi mejilla con sus nudillos.
-Me besaste, Isabella – Dije extrañado. Especial? De qué demonios estaba hablando? – No hay nada más especial que eso.
-Dios! Embry, si tan sólo hubieras hablado antes… - Me abrazó con fuerza, y yo automáticamente rodeé su delgado cuerpo para darle calor y darme valor.
-No hubiera cambiado nada, tú estabas enamorada de tu vampiro y Jacob de ti… Yo no me iba a tratar de interponer… - Dije besando su cabello, maravillado de poder realizar una acción tan simple libremente.
-Quizás tienes razón – Suspiró – Me cuesta creer que si no hubiera sido por lo del problema de la semana pasada con tu mamá, seguirías sin hablarme, seguirías durmiendo en el bosque, seguirías solo… - Se le quebró un poco la voz y suspiró – Esto no cambia las cosas – Dijo en tono más firme – Tú sigues siendo mío, mi Manada, está claro?
-Sí Alpha – Murmuré con una sonrisa satisfecha, deslizando la yema de mis dedos por su espalda.
-Sabes? Desde hace mucho tiempo que tenía la idea de que me gustaría que me tocaras, de que me gustaría tocarte, y nunca me atreví a hacerlo porque pensé que no te gustaba el contacto físico – Dijo acurrucándose aún más contra mí.
-No evito el contacto físico en general, sólo el tuyo – Aclaré.
-Pero ya no más, verdad? – Preguntó.
-Ya te lo dije, te amo, soy tuyo – Respondí simplemente.
-Sí, lo eres – Besó mi clavícula y fue subiendo por mi cuello hasta el lóbulo de mi oreja, que mordisqueó suavemente.
No acabes, no acabes, no acabes…
Esto se sentía mil veces mejor que cualquiera de mis sueños eróticos, porque en mis fantasías nunca pude conjurar al mismo tiempo su olor y su calor, no supe imaginar la suavidad de su piel, la delicadeza de sus labios o el sabor de su boca.
No, esto era lo mejor que me había pasado en la vida, y era magnífico darme cuenta de ello mientras aún estaba sucediendo.
oooOooo
Poco después decidí que debíamos regresar a casa. Hacía frío e Isabella tenía los pantalones húmedos y no llevaba chaqueta, por lo que después de cierta insistencia de mi parte, la convencí de ponerse de pie y caminar conmigo.
Mi inexperiencia en estos asuntos era tal que no sabía si ofrecerle mi mano, abrazarla o simplemente comenzar a caminar cada uno por su lado, pero nuevamente ella tomó la iniciativa entrelazando su mano con la mía.
Mi mano envolvió la suya, y en cuanto dimos los primeros, pasos ella comenzó a balancear las manos unidas, como si fuera una niña pequeña.
Anduvimos en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos hasta que escuché una débil melodía, algo que Bella tarareaba para sí.
No quise decir nada, disfrutando de su voz y tratando de identificar la tonada, que se me hacía conocida, pero era difícil de identificar porque Bella no es una cantante muy afinada.
-…Ay arriba, ay arriba… - Canturreó pasados unos minutos.
-Isabella – Dije sin poder contener mi curiosidad – Qué estás cantando?
-No estoy cantando, estoy tarareando en mi cabeza – Dijo enrojeciendo.
Nos detuve y la acerqué a mí rodeando su cintura, y muy despacio me agaché para besar sus labios. Dios! Era tan pequeña!
-Mmmmmh – Dijo con una sonrisa soñadora y los ojos cerrados.
-Qué cantabas? – Susurré sin despegar mis labios de los suyos.
-“La Bamba”, de “Los Lobos” – Respondió y alzó sus manos para enredarlas en mi cabello – Siempre se me pega esa canción, desde hace años, y a veces la canto en mi cabeza por días a la vez… Al principio me parecía gracioso, después molesto, y ahora ya ni siquiera me doy cuenta de que lo estoy haciendo…
-Eres increíble – Reí sin poder creer mi buena fortuna – Te dije que te amo?
-Nooooop, pero me encantaría escucharlo – Respondió.
-Te  amo Isabella Swan! - Declaré fuerte y claro - Y dios quiera que lo recuerdes mañana… – Agregué muy bajito.
oooOooo
Al acercarnos a la camioneta Bella estaba casi durmiendo de pie, como los caballos, así es que la tomé en mis brazos sin perder el paso y ella se acurrucó en mi pecho.
Salí de la playa hacia el camino y me encontré con Seth, que arrastraba a Brady, quien lucía un poco verde.
-Está bien? – Me preguntó Seth, alarmado.
-Bien, sólo está durmiendo – Murmuré – El cansancio de la semana y los brownies fueron demasiado para ella.
-Jodidos brownies! – Exclamó Seth – Son de temer! Más poderosos que cualquier cosa que nos haya dado el viejo Quil.
-Brady está así por los brownies? – Pregunté. Si era así Bella había envenenado a casi todos los lobos de La Reserva.
-Naaah, es por todo el ron que trajeron de contrabando. Los demás cachorros están igual o peor. Sam les va a patear el trasero mañana, cuando puedan entender por qué les están gritando – Dijo sacudiendo un poco a Brady.
-Agh! – Dijo Brady y comenzó a palidecer aún más.
-Nos vemos Seth – Me despedí caminando rápidamente de modo de evitar las pirotecnias estomacales de Brady.
Abrí la camioneta y senté a Bella en el asiento del pasajero. La amarré y di la vuelta hacia el lado del chofer.
Ya recuperaría después los zapatos vomitados y las bandejas de los brownies, lo importante era Isabella.
No nos cruzamos con nadie más.
oooOooo
Al llegar a casa abrí la puerta y subí las escaleras cuidadosamente, para dejar a Bella en su cuarto lo más silenciosamente posible.
Entré a su habitación y cerré la puerta tras de mí. Luego la senté en la cama y traté de despertarla. Ella no quiso cooperar.
-Bella, tienes que ponerte pijama – Le dije al oído – Tus jeans están mojados…
-Mmmmmh … Durmiendo… – Dijo sin abrir un ojo, y abrazó su almohada.
-Bella, por favor… - Rogué – Despierta, sólo un momento…
-Shhhhhhh! – Me silenció – A esta hora la gente está descansando… - Balbuceó en tono de regaño.
-Mierda! – Exclamé sin saber qué hacer. Dejarla dormir con jeans mojados no era una opción, pero desvestirla tampoco lo era, o sí? Los jeans mojados le podían causar pulmonía, el que yo le pusiera el pantalón de pijama era totalmente inofensivo, no es como si no la hubiera visto en bikini…
Pero claro, ahora tendría que tocar…
-Mierda! – Repetí tanteando debajo de su almohada hasta dar con un pantalón negro de franela con estampado de calaveras de color rosa. Luego desabroché los jeans y bajé el cierre tratando de mirar y tocar lo menos posible. Si alguna vez llegaba a tocarla ahí sería con Bella totalmente consciente de sus actos.
Y luego vino la parte realmente tortuosa: Deslizar los pantalones por sus piernas. La mezclilla mojada se adhería a su piel y era muy difícil removerla sin tironear las piernas de Bella, pero con paciencia lo logré.
Sus piernas eran hermosas… Piel cremosa y líneas elegantes… Quise ir a buscar mi croquera y dibujarla… Lo que me recordó una vez más que ella estaba muy por encima de mí, y temí de nuevo que cuando despertara por la mañana lo ocurrido esta noche se olvidaría. 
Un escalofrío la recorrió y me di cuenta de que su piel estaba fría y húmeda.
Le calcé el pantalón de franela y busqué en el primer cajón de su cómoda un par de calcetines.
Cajón equivocado, ese era el de la ropa interior, y las prendas que vi serían objeto de mis fantasías más adelante.
El segundo cajón contenía los calcetines, y escogí unos de lana cruda, los más gruesos que encontré.
Cubrí sus pies con ellos y la metí en la cama, envolviéndola como un burrito con los cobertores, de modo que conservara mejor el calor.
La miré dormir por un par de minutos, hasta que me sacudí mentalmente y me obligué a largarme.
-Buenas noches Isabella – Dije besando su frente y respirando el perfume de su cabello por última vez.
-Embry... – Murmuró sin despertar – Mi Embry…
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Ok, opinen, opinen, opinen! Me hacen bien los comentarios para mejorar la historia, y no olviden que siempre tomo en cuenta sus sugerencias.






1 comentario:

  1. OOOhhhhhhhh... solo vi puros corazoncitos y miel en esta parejita, ya me lo contajiaron :)
    Me encanto de principio a fin, excepto el puntito ese del final, porque quien querria que terminara :) nadie en su sano juicio, porque lo disfrute al 100....
    Dime dime dime si en algun capitulo proximo estara bella en peligro? porque amo las escenas de proteccion y territorial al extremo :)
    Y MI embry es tannnn ricooo, que siga así con esa fuerza que cualquier mujer desea ser aplastada :) por ella, por favor plis plissss que salga su lado salvaje y feroz y territorial con bella que tanto esconde, por favor por favor por favor.....mil por favor :)

    Millon de Gracias por seguir actualizando en verdad, subes el animo y causas esos momentos de desestres.
    Animo que aqui te sigo :)
    Siento escribir desde Anonimo pero olvide mi contraseña :)
    Y cuando entro y veo la actualizada quiero comentar :)
    Que tengas un Felíz Día!!

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