viernes, 25 de marzo de 2016

En Silencio 6

He aquí un capítulo inesperado, que escribí durante mi estadía en Dalcahue, en la isla de Chiloé, muy al sur del mundo, para que vean que siempre las tengo presentes.
Un abrazo enorme y pasen un muy buen fin de semana.
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Este fic participa del Reto Anual "Te proponemos un longfic" del foro "Sol de Medianoche"
Disclaimer: Nada relacionado con la Saga Twilight me pertenece.
N° de Palabras: 4.386
Palabras Usadas: Biblioteca
Emoción Usada: -
Imagen Elegida: Manada Quileute.
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Capítulo 6
And maybe, I’ll find out
A way to make it back someday
To watch you, to guide you through the darkest of your days
If a great wave shall, fall and fall upon us all
Then I hope there's someone out there who can bring me back to you
If I could, then I would,
I’ll go wherever you will go
Way up high or down low, I’ll go wherever you will go
Run away with my heart
Run away with my hope
Run away with my love
I know now, just quite how
My life and love might still go on
In your heart, in your mind, I’ll stay with you for all of time
Wherever you will go / The Calling
Embry POV
Nuestro abrazo pareció extenderse por una eternidad, como si ninguno de los dos quisiera dejar ir al otro, pero al fin, lentamente, nos separamos y Bella bajó la mirada para esconder su rostro de mí y se giró para abrir la puerta de la cabaña y encendió la luz.
La cabaña me era un espacio familiar, ya que ayudé a construirla, pero no la había visitado por dentro desde hacía varios meses, así es que no reconocí cada detalle que Bella  había incorporado.

La cabaña consistía de una amplia planta libre en la que se encontraban distribuidos un montón de objetos y piezas de mobiliario de diferentes estilos regalados por miembros de La Manada o conseguidas en tiendas de segunda mano y anticuarios. Eran objetos que no combinaban entre sí ni en estilo ni en color, pero que en  conjunto daban un aire ecléctico e interesante al espacio.
Al fondo de la habitación había una gran ventana con persianas de madera bajo la cual estaba ubicada la cama sin hacer, cubierta con una gruesa colcha del color de las aquamarinas y rellena de plumas de ganso; un respaldo hecho con un pallet industrial de madera cepillada al que le pinté un montón de pájaros posados en un cordel; un antiguo velador blanco decorado con decoupage por ella misma, haciéndolo lucir como algo escapado de una película de Tim Burton; y un ropero grande y pesado que requirió dos lobos para maniobrarlo hasta su posición actual. Era originalmente de color blanco, pero había sido parcialmente lijado para volver a pintarlo, lo que nunca ocurrió, por lo que tenía manchones de pintura y zonas en las que se veía la veta de la madera original.
En ese sector estaba la puerta que daba al baño.
Al centro de la cabaña había un cómodo y maltratado sillón de cuero de color chocolate, comprado en un remate de los muebles de un hotel de Olimpia que cerró, con una manta compuesta por cuadrados de lana de todos los colores en el respaldo, que hizo Bella hace años, cuando decidió aprender a tejer. Sue Clearwater le enseñó y le ayudó a armar la manta, y si bien quedó un poco descuadrada era un toque de color que revivía al añoso sillón. A su lado había una mesa auxiliar Ikea, nueva pero de  las más baratas, que creo que le costó como US $20, y Seth la ayudó a decorarla con tiras cómicas de “Adventure Time”. La mesa sostenía una lámpara vintage de Coca Cola con la pantalla compuesta de cristales de colores y una pata de bronce que le regaló Leah para su último cumpleaños, y contra la pared justo al frente, había una estructura construida exclusivamente con ladrillos y listones de madera que funcionaba como biblioteca y mueble de TV.  
Ese librero lo habían construido los cachorros de la manada, ya que ellos insistían en querer ayudar, pero Jacob no les quiso encargar tareas de mayor responsabilidad en la construcción de la cabaña de Bella, ya que si la casa se derrumbaba y le caía a Bella en la cabeza, él tendría que matar a los responsables.
Después de ese razonamiento nadie reclamó por las tareas adjudicadas.
Más cerca de la puerta estaba la parte más importante de la casa, la cocina, compuesta  por una columna sosteniendo dos hornos eléctricos, una estufa encimera de seis platos y su correspondiente extractor campana de acero inoxidable y capacidad industrial, y un lavaplatos empotrado de dos cubetas, todo contra la pared. Al frente se encontraba un mesón de preparación de madera contrachapada y acero inoxidable, y los muebles estaban pintados de un muy particular tono de verde manzana.
Bella decía que ese color la ayudaba a pensar.
La cocina era importante porque al principio Bella cocinaba desde la casa de su padre, luego el negocio creció lo suficiente como para permitirle construir la cabaña y liberar la cocina de Charlie, y ahora ya tenía su propio local con cocinas industriales.
Bella actualmente usaba su cocina sólo cuando debía preparar grandes cantidades de comida para La Manada, lo que no  era tan seguido como nos habría gustado, ya que ella siempre estaba muy ocupada. 
-Siéntate, no me demoro nada en cambiar las sábanas – Me dijo dirigiéndose a su cama.
-Yo puedo hacerlo – Dije con la secreta intención de dormir en las sábanas impregnadas con su aroma tanto tiempo como me fuera posible.
-Claro que no! Ahora tú eres mi huésped, así es que vas a dormir con sábanas frescas. Además no es tan tarde… - Dijo lanzando el cobertor al suelo.
-Entonces déjame ayudarte – Dije rodeando la cama, y entre los dos cambiamos las sábanas en un santiamén.
-Vale, déjame sacar mis cosas del baño… - Dijo aprovechando de llevar la toalla que me asignó -Mañana podemos ir a Port Ángeles si quieres… - Ofreció desde el baño, abriendo cajones y puertas de su vanitorio.
-A qué? – Pregunté.
-Bueno… No tienes ropa… Y no creo que nada de Charlie te quede bien… - Dijo asomándose y enrojeciendo.
-Oh… - Mierda! Lo había olvidado. Para ese instante seguro que mi madre ya habría quemado todas mis cosas en una gran pira en el jardín – No… No es necesario… - Dije restregando mi rostro con la palma de mis manos, absolutamente mortificado.
-Es necesario y lo vamos a hacer – Afirmó – Y si es un problema de que no tienes tu billetera contigo, no importa, porque hoy es 16.
“No tienes tu billetera contigo” era una hermosa y delicada forma de plantearlo. Mi billetera lo único que tenía adentro era mi licencia de conducir, una tarjeta que decía que en caso de accidente le avisen a Jacob Black, y una foto de La Manada completa, incluyendo a las imprimaciones, las novias y Bella.
-Qué diferencia hay con que sea 16? – Pregunté – Te refieres a la fecha?
-Que el 15 pagamos los adelantos de sueldo a todos los empleados, así es que ahora que oficialmente estás contratado no te queda más que decirme si prefieres un depósito, cheque o efectivo – Dijo encogiendo los hombros.
-No Bella… - Dije sintiéndome fatal – Ya has hecho demasiado por mí, ya me siento lo suficientemente débil e inútil… - Negué con la cabeza.
-Embry Call, ya tocaste fondo, eso significa que hay un solo camino a seguir, y es hacia arriba – Dijo poniendo sus manos en sus caderas - Los adelantos no son un favor especial, son la norma de la empresa para todos, yo incluida, y en cuanto a hospedarte aquí, pretendo cobrarte arriendo, así es que al final soy yo quien sale ganando. Vamos a Port Ángeles, compremos lo indispensable y puedes lavar la ropa en mi casa. Ahora que no te vas a transformar tan seguido no vas a destrozar tantas cosas… Dime que sí… - Pidió mirándome con los ojos enormes y esperanzados.
-Serviría de algo decirte que no? – Pregunté resignado.
Ella sonrió y negó con la cabeza.
-Te paso a buscar a las diez! Ah! Ocupa el lado izquierdo del closet, y después voy a venir a buscar mi ropa para darte más espacio. En la cocina hay cereales y otras cosas como para que te prepares desayuno, aunque si quieres anda a la casa como a las nueve y desayunas conmigo – Ofreció hablando rápido, antes de que me arrepintiera – Vas a estar bien Embry, mi Manada tiene muchos más beneficios que la de Jake, incluyendo plan dental, seguro de vida y vacaciones pagadas. Lo que La Push perdió yo lo gané, por eso estoy tan contenta – Dijo y saltó a mis brazos que la recibieron instintivamente, besó mi mejilla y se largó sin decir más.
La zona que tocaron sus labios se sentía distinta, como si hubiera quedado una marca que cosquilleaba. Era la primera vez que me besaba en la mejilla para despedirse, cosa que hacía con todos los demás, incluida Leah, pero nunca conmigo.
Me vi solo por primera vez en el día y me sentí abrumado por los cambios ocurridos en mi vida en menos de 24 horas…
A esta hora el día anterior había mandado a Bella al demonio por no meterse en sus propios asuntos.
Que idiota había sido…
Y ella había en respuesta fue la única que estuvo dispuesta a acompañarme y ayudarme concretamente a mejorar mi situación.
Tratarla mal no era una buena técnica de distanciamiento en este momento, ya que viviría y trabajaría con ella. Cómo evitar entonces que ella viera en mi mirada lo que no podía decirle en palabras?
Supuse que lo único que podía hacer era mantenerme obstinadamente en silencio.
Con esa decisión tomada, me recosté vestido en la confortable cama, sobre la colcha, y sin darme cuenta me quedé dormido.
oooOooo
Al día siguiente me desperté temprano sin saber dónde estaba, confundido por el aroma de Bella que me rodeaba por completo.
La cama era blanda, bajo la colcha las sábanas estaban ordenadas, planchadas y limpias, y la temperatura de la cabaña era ideal. No tenía recuerdos de haber dormido tan confortablemente jamás.
Me levanté al no tener la costumbre de quedarme en cama más tiempo que el estrictamente necesario, me metí al baño y vi agradecido que Bella había dejado sobre la toalla una pastilla de jabón en un envase sellado, pasta dental y un cepillo de dientes nuevo, y en la ducha había dejado su propia botella de champú.
Después de ducharme olía a casi igual que ella, y me estaba volviendo loco. Me encantaba, claro, pero me hacía imposible pensar en otra cosa que en mi nueva vida a su lado, y mi amor imposible. Así olería yo si su piel se restregara con mi piel?
Como no tenía nada que hacer por el momento, me senté frente a la tele y comencé a hacer zapping, pasando de un reality show a otro, a series que no entendía y a películas que ya habían empezado. Yo era totalmente inadecuado, una especie de niño-burbuja, que actuaba como si no pudiera insertarme en la sociedad moderna o siquiera en esta década.
Afortunadamente antes de que pudiera seguir martirizándome con esa idea…
Toc Toc Toc.
La puerta.
Bella.
Miré la hora en el microondas y eran ya las 8:30 am.
Abrí sin saber muy bien qué esperar.
-Holis, hice panqueques – Dijo entrando directo a la cocina con una bandeja cubierta por un paño – Dormiste bien?
Asentí sin saber qué decir. “Dormí bien porque dormí en tu cama” sonaba un poco enfermizo.
-Traje el desayuno porque pensé que no te ibas a preparar nada solo y no querrías molestar yendo a la casa. Te gusta la miel de maple o prefieres mermelada de fresas? – Preguntó plantando frente a mí un plato con una torre gigantesca de panqueques y una enorme porción de huevos revueltos con tocino. Además traía un termo con café recién hecho y me sirvió una taza.
-No lo sé… - Murmuré salivando. Por extraño que parezca, pese a la cercanía entre Washington y Canadá nunca antes probé la miel de maple. La comida olía deliciosa.
-Prueba las dos, a mí me gustan con mermelada – Dijo poniendo un plato frente a ella, preparado con porciones mucho más razonables.
Hice lo que me dijo y probé ambas opciones. Los panqueques estaban increíbles, pero la miel de maple fue toda una revelación.
-Y? Cual prefieres? – Preguntó entre bocados.
-Maple – Dije – Es lo mejor que he probado… - Dije cerrando los ojos para saborear la exquisita combinación del jarabe y los esponjosos panqueques.
-A Charlie también le gusta más la miel – Dijo ella asintiendo – Te parece si partimos en Target? – Preguntó cambiando de tema.
Me encogí de hombros. No tenía opinión al respecto.
-Target es más cómodo, tiene de todo y es barato – Dijo – Partamos ahí, y si nos falta algo seguimos recorriendo. Yo tengo que pasar a buscar algunas cosas para los almuerzos de mañana y después quedo desocupada. Si quieres te acompaño a lo de la ropa, o si prefieres hacerlo solo me voy a recoger los ingredientes y te recojo a la vuelta…
-Eso! – Dije sin levantar la mirada – Prefiero… Ir solo… - Murmuré.
-Ok, no hay problema – Dijo ella sin inmutarse – Terminaste?
Asentí.
-Vamos entonces? – Me dijo llevando los platos al lavaplatos.
-Me voy a lavar los dientes… - Dije.
-Espérame en la camioneta – Dijo lavando la loza sucia – Voy a terminar estos platos y partimos.
Fui al baño, y para cuando salí ella había desaparecido.
Fui a pararme  junto a la camioneta en el antejardín, pero no debí esperar demasiado. Cuando Bella salió de la casa estaba envuelta en una gruesa parka de color lila y usaba mitones, gorro y bufanda de lana en tonos de lila y verde manzana. Se veía joven y simplemente adorable, y me dolió como siempre el recordar que no era para mí. Que nunca lo sería.
El viaje a Port Ángeles fue silencioso pero confortable, especialmente porque no sentí la compulsión de decir algo para que no pensara que soy un fenómeno, porque ella ya lo sabe y parece no importarle. Simplemente escuchamos radio y disfrutamos de nuestra mutua compañía.
Bella estacionó en Target y me acompañó hasta la puerta, se acercó a un cajero automático y sacó un montón de billetes.
-Toma, esto es tu adelanto. No es mucho, pero creo que te alcanza – Dijo estirando los billetes hacia mí.
Estuve a punto de negarme, pero me di cuenta de que sería un ejercicio inútil, y además era cierto que necesitaba ropa si iba a empezar a trabajar al día siguiente.
Tomé los billetes y murmuré un “gracias”, y ella sonrió como si se hubiera ganado la lotería.
-Voy a buscar los ingredientes y después tengo que hacer un par de trámites, te parece si te recojo en una hora? Si necesitas más tiempo no hay problema – Agregó.
-Está bien – Asentí – Una hora es suficiente.
-Vale, diviértete! – Dijo dándome un breve abrazo y apresurándose hacia el estacionamiento.
Metí el dinero en mi bolsillo sin contarlo y me dirigí a la sección de ropa de hombres.
Eché al carro artículos de aseo, ropa interior, calcetines, jeans, algunas camisetas, un sweater y una chaqueta delgada, principalmente para disimular normalidad, ya que yo nunca tengo frío. Incluí un par de zapatillas y saqué la cuenta mental del total.
La cifra resultó bastante más baja de lo que imaginé, pero de todos modos saqué de mi bolsillo el dinero que Bella me había entregado para estar seguro de poder pagar… Afortunadamente alcanzaba y sobraba casi la mitad, así es que ese dinero estaría destinado a cubrir los gastos de mi alojamiento.
Cuando terminé de pagar vi que Bella me esperaba en el estacionamiento, y me tocó la bocina un par de veces para llamar mi atención.
-Te fue bien por lo que veo – Observó, obviamente conteniendo su entusiasmo y curiosidad.
Asentí con una pequeña sonrisa.
-A casa? – Preguntó.
-A casa – Repetí.
De camino pasamos a dejar los víveres al negocio, y al llegar a casa nos separamos, ella con un montón de bolsas y yo con mi ropa.
oooOooo
Tiempo libre… Era un concepto desconocido y me sentí extraño al poder decidir qué es lo que quería hacer. No recordaba haber tenido o apreciado ese lujo.
Guardé mi ropa en el sector del closet que Bella me asignó y me recosté en la cama de espaldas, con las manos en la nuca.
Suspiré aspirando la esencia de Isabella.
Ser parte de su manada era a la vez lo mejor y lo peor que me podía pasar.
oooOooo
Toc, Toc, Toc.
Bella.
-Hola, te traje un par de sándwiches de almuerzo – Dijo desde la puerta extendiéndome una bandeja cubierta – Y esto – Me extendió una enorme bolsa.
-Gracias – Dije recibiendo lo que me entregaba - Quieres pasar?
-No, estoy preparando los postres de mañana así es que tengo que quedarme en la cocina… - Dijo balanceándose. Ojalá te guste – Dijo y se dio media vuelta y corrió a la puerta de la cocina de la casa de Charlie.
Cuando desapareció cerré mi propia puerta e investigué a ver qué era lo que me había traído.
Los sándwiches eran, como cabía esperar, exactamente como me gustan, con los ingredientes precisos en sus proporciones justas. Lo aprecié, pero no me extrañó. Ella sabía lo que cada uno de los lobos prefería.
Pero la bolsa…
En la bolsa había un paquete envuelto en papel café. Al abrirlo descubrí dos croqueras grandes, una para dibujar con carboncillo o pastel y la otra para pintar con acuarela. Había una pequeña caja de carboncillos, fijador en spray, lápiz de dibujo de punta dura, cuatro pinceles de punta redonda de distintas medidas, un set de acuarelas de muy buena calidad, un par de botellas de tinta china negra y sepia y un block de hojas especiales para mesclar colores.
Era demasiado…
No podía aceptarlo, verdad?
Nadie nunca me había regalado algo así de impresionante, no sólo por el valor comercial, sino por el esfuerzo puesto en darme exactamente lo que necesito.
Bella de verdad estaba decidida a hacerme feliz.
Y lo único que estaba logrando era hacerme amarla más, desearla más, y en consecuencia, martirizarme más.
oooOooo
No volví a ver  Bella hasta el otro día, en el local, de pasada, y no me pareció apropiado agradecerle frente a todos un regalo que se me hacía tan íntimo, así es que la saludé como cualquier día y cada uno siguió su camino.
Yo tenía experiencia en el manejo del camión de reparto, por lo que no me costó integrarme a la rutina, y sin darme cuenta pasó una semana, sin tener a Isabella sólo para mí en ningún momento. Ella trabajaba demasiado, eso era evidente al ver cómo hacía malabares para cumplir con todos sus compromisos, pero siempre se le veía de buen humor. Ella disfrutaba lo que hacía, y su sonrisa contagiaba a los demás. Era un buen ambiente de trabajo.
Durante la semana, por las noches volví a dibujar, primero tentativamente, y luego de manera casi febril. El lujo de tener los materiales adecuados era demasiado tentador como para no aprovecharlo, y lo que comenzó como simples estudios de forma y proporción se transformaron en láminas gráficas de situaciones y lugares significativos en mi vida.
Pinté el zanjón que hay detrás de la casa de mi madre, donde solíamos jugar Jacob, Bella y yo.
Pinté el lugar del bosque en el que pasaba mis noches cuando no quería volver a casa.
Pinté la Primera Playa, el lugar donde Bella me había encontrado antes de que el escándalo de mi madre se desatara.
Pinté los acantilados, donde practicamos lanzarnos al vacío tantas veces. Bella siempre tenía miedo, y siempre lo vencía, y ver su rostro rebosando orgullo era algo hermoso de contemplar.
Y por supuesto, la pinté a ella.
Estudios de sus manos, de sus ojos, de su cuerpo en distintas posiciones, retratos acabados y simples bocetos, no me cansaba de plasmarla, una y otra vez.
Obsesionado.
Si su imagen en un trozo de papel es lo único que tendría de ella, quería lograr la imagen perfecta.
oooOooo
El día sábado salí al mediodía a correr por el bosque en forma de humano, ya que aún no quería hablar con nadie de La Manada. Jacob me llamó al local una vez para saber cómo iba todo, pero eso fue el miércoles y desde entonces no tenía noticias de La Tribu.
Y la verdad es que era un alivio.
Después de correr por horas hasta agotarme, volví a la cabaña todo embarrado pero satisfecho, y me di una larga ducha bien caliente. Luego me calcé pantalones deportivos sin molestarme con calcetines o una camiseta, y fui a la cocina a prepararme algo de comer.
No es que tuviera mucha experiencia, ya que en el trabajo me daban tres contundentes comidas diarias, pero supuse que un paquete de fideos con salsa de tomate y salchichas no sería un reto muy difícil.
Estaba hirviendo el agua cuando sonó mi puerta.
Toc, toc, toc.
-Hooooli! – Exclamó Bella sonriendo al verme. Cargaba su laptop y un cable – Qué estás haciendo?
-Algo para comer – Respondí – Quieres pasar?
Ella asintió y pasó directo a su “biblioteca”.
-Traje la mejor película de la historia de la humanidad – Anunció conectando el computador a la tele – Y tienes que verla conmigo!
-Mi comida… - Apunté a la olla de agua hirviendo, mientras buscaba una camiseta. No es que ella  no estuviera acostumbrada a vernos a todos medios desnudos, pero me sentía más cómodo con una capa extra entre nosotros.
-Oh, de veras? Yo te ayudo y comes viendo la peli, después tenemos cosas que hacer – Anunció.
-Cosas? – Pregunte. No me gustaba como sonaba eso.
-Sí, pero después podemos hablar de eso – Dijo comenzando a cortar las vienesas – Cómo has estado?
Y así, conversando, me distrajo y me embrujó una vez más.
oooOooo
Para cuando terminamos de cocinar yo aún no sabía qué película era tan maravillosa que teníamos que verla de inmediato.
(No que yo  tenga mucha cultura cinematográfica para empezar).
-Bueno, me vas a decir qué quieres ver?- Pregunté.
-Vamos a veeeeeer: Kung Fury! – Dijo como si eso significara algo para mí.
-Ok – Dije echándome un bocado a la boca.
-No quieres saber por qué es tan maravillosa? – Preguntó haciendo un exagerado puchero mientras conectaba el computador a la tele.
-Dime Bella, por qué es tan maravillosa? – Pregunté fingiendo interés. La película era irrelevante, lo importante es que ella estaba conmigo, a solas, y por su propia iniciativa
-Porque es una película sueca financiada por la gente de internet en Kickstarter, que tiene a un experto en Kung-fu que ganó sus superpoderes cuando le cayó un rayo y lo picó una cobra al mismo tiempo, y hay dinosaurios, y vikingos, y un juego de arcade transformer y un auto inteligente, y a David Hasselhoff y a Hitler! – Exclamó gesticulando – Y eso es sólo el tráiler!
-No la has visto? – Pregunté sorprendido.
-No, tenía pendiente verla desde hace meses, pero se me olvidaba, y el lunes me acordé y la bajé en la semana, pero me aguanté porque quería verla contigo – Dijo – Ah! Quieres…?
-Uh? – Pregunté.
-Que si quieres verla, otra vez no te pregunté si querías, debí hacerlo, me dejo llevar por mi entusiasmo… - Dijo arrepentida, como si hubiera hecho algo realmente malo.
 -Claro que quiero, quién no querría ver una película con Hitler y dinosaurios? – Pregunté señalando el lugar junto a mí en el sofá.
 -Y vikingos y transformes – Dijo ella recuperando su brillante sonrisa.
-Cómo olvidarlo – Dije sonriendo de vuelta.
Bella puso la película y yo ya no pude comer más.
En primer lugar porque la película efectivamente era graciosa, pero más divertido que la película eran los ataques de risa de Isabella, que con un brazo abrazaba su estómago y con la otra mano se secaba las lágrimas.
Era un espectáculo en sí, tan libre, tan relajada, tan… Feliz. Después de ver el sufrimiento de Bella cuando se fue su vampiro, todos pensamos que quedaría dañada para siempre, pero en lugar de eso ella se había levantado y se había hecho el propósito de ser feliz y de hacer felices a los demás.
Era admirable…
-Oh! Es la mejor película del universo! – Aplaudió cuando terminó - Yo tenía razón – Dijo girándose hacia mí – Te gustó?
-Me encantó – Dije honestamente. Lo que yo vi mientras duró la película me encantó.
-Me gustan tanto las películas de Hitler! – Dijo suspirando satisfecha – Es tan buen villano, no importa contra quien pelee, nadie quiere que gane!
-Hay más? – Pregunté estúpidamente.
-Claro! Montones! Una de mis favoritas es “Nazis en el centro de la tierra” y también me gusta “Iron Sky”, que es una de nazis en la luna…
-Supongo que no sé mucho de cine – Encogí los hombros, sintiéndome inadecuado. Jamás había escuchado de algo semejante.
-Es porque eres un artista, creas tus propios universos, no necesitas meterte en uno imaginado por alguien más – Respondió muy segura, quitándole importancia.
-De verdad es eso lo que piensas? – Pregunté – No crees que soy raro?
-Bueno, eres raro si, tan raro como que eres un hombre lobo, eso no es normal, pero por lo demás pienso que eres perfecto tal cual, además eres increíblemente talentoso, y me encantaría verte usando tu talento y compartiéndolo con el mundo – Dijo – Has pintado algo?
-Algo… - Dije incómodo – Bella yo… No te di las gracias por los materiales de arte…
-No es necesario, es un regalo de bienvenida a mi Manada, ya te dije, tenemos beneficios – Rio – Me vas a mostrar lo que pintaste?
-Todavía no – Dije negando con la cabeza – Cuando lo logre como yo quiero… - Prometí.
Cuando lograra plasmarla como la veía en mi mente, entonces se lo mostraría y me expondría a su juicio.
-Está bien, cuando estés listo te estaré esperando, ya sabes – Me dijo – Ahora toma lo que necesites porque vamos de salida.
-Adónde vamos? – Pregunté. Eran más de las siete de la tarde y ya estaba oscuro.
-A La Reserva – Respondió – Vamos de visita a una barbacoa en casa de Sam, es el cumpleaños de Emily, y Carl y Hugh están invitados.
-Carl y Hugh? Qué tienen que ver ellos? – Pregunté amarrando mis zapatillas.
-Mmmmmmh… No te había contado, pero creo que se van a convertir en algo así como… Miembros honorarios de mi Manada – Dijo.
No me importó que ellos nos acompañaran.
Lo único que tenía en mi mente era una voz que gritaba que no quería perder lo que había construido en el poco tiempo que llevaba viviendo con Bella. La libertad era embriagadora, la autonomía de ir y venir sin tener que esconderme era increíble, y la oportunidad de verla a diario y estar más cerca de ella me producía un sentimiento de satisfacción que sólo puedo asociar con la verdadera felicidad.
Si Jacob me ordenaba dejar mi trabajo, la compulsión de doblegarme a los deseos de mi Alpha no me dejaría alternativa.
Si Jacob me ordenaba volver a patrullar cada día debería hacerlo.
Si Jacob me ordenaba volver a vivir en La Reserva debía obedecer.
Por eso era tanto mejor no verlo y arriesgar un mandato que no quería seguir.
Pero así como debía obedecer a Jacob, no era capaz de negarme a Isabella.
Al parecer después de todo no era tan libre como pensé.
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1 comentario:

  1. Me encanto, me encanto me encanto, mil gracias por el detalle que tuviste en escribirlo y subirlo justo en tus dias de "relax".
    Amo esta pareja solo con tus historias :) haces que te adentres al 1000 en la trama :)
    imagino que asi como describes a embry, ufffff seguro que es un tigre cuando al fin vayan a estar juntos, yo quiero al mio asi :) jijijijij...
    Gracias por no alargar tanto nuestra penitencia de espera para saber de ti, aqui estamos y te sigo leyendo siempre...
    Saludos :)

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