domingo, 20 de marzo de 2016

Crushed Dreams 6

Hola a todas, este capítulo puede ser un poco tedioso en algunas partes porque es el punto de vista de Jasper respecto a su reencuentro con Bella, pero de aquí en adelante vamos a avanzar con un punto de vista por acontecimiento. De todas maneras hay harta información muy necesaria para comprender a Jasper y quién es en el presente.
Espero les guste y me cuenten sus opiniones, buenas o malas, ya que son el combustible de la mente de los escritores, especialmente los aficionados. Si no me dicen nada no sé si debo continuar o congelar la historia y priorizar otras… Ustedes saben que lo que no me falta son fics incompletos!
Un abrazo.
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Pasaron varias canciones que no escuché, atento a cualquier movimiento, hasta que la señora que estaba a su lado le habló, preguntándole algo, lo que me dio una vista perfecta de su perfil.
La baranda de la que me apoyaba se hizo astillas.
Isabella.

Capítulo 6
Just give me a reason
Just a little bit's enough
Just a second we're not broken just bent
And we can learn to love again
It's in the stars
It's been written in the scars on our hearts
That we're not broken just bent
And we can learn to love again
Give me a reason / Pink feat. Nate Ruess

Jasper POV
La noche del 13 de Septiembre
El resto del concierto fue una tortura entre el deseo de correr a ella y el estratégico instinto adquirido de observarla, de tantear terreno antes de aproximarme a ella. Estaba sola? Al parecer sí, y me extrañó. A ella no le gustaba particularmente la música country, nunca la vi escucharla salvo por aquella vez… Nuestra primera vez, en que estuvo sonando mi estación de radio favorita todo el tiempo.

Tocando sólo country, asociando ese género a mis más bellos y dolorosos recuerdos.
Tendría eso algo que ver con su presencia en este concierto? Difícilmente. No podía ser tan presuntuoso, debía haber otra razón.
Además lo que verdaderamente era raro es que ella estuviera sola, especialmente vestida de esa forma… Se veía tan sexi, tan mujer, tan segura en su propio cuerpo…
Seguro estaba vestida así para alguien más, y ese pensamiento casi me hace lanzar los asientos del palco a la platea de pura rabia.
Tenía tantas preguntas que hacerle, sentía tantas cosas a la vez, que no estaba seguro de qué quería hacer primero una vez que la arrastrara fuera del teatro: Si besarla pidiéndole perdón, o gritarle hasta el cansancio por todo lo que sufrí sin ella.
Pero entonces el destino decidió por mí, y Patty cantó su canción más famosa, “Blame It On Your Heart”, y Bella se levantó de su asiento junto a gran parte del público para corear las letras.
“…Bueno, todo lo que quería era ser la única
Y todo lo que logré fue quedarme sola
Ahora el sueño se ha acabado
Porque fallaste la prueba
Hey culpa a tu mentiroso, embaucador, frío y muerto,
Tramposo e hipócrita,
Maltratador, corazón amante…”
Y en ese momento la postura completa de Isabella cambió a algo mucho más frágil y dejó de corear las letras con todos los demás, aunque su boca las siguió modulando, y se volvió a sentar agachando la cabeza.
No pude ver su expresión, y ella estaba demasiado lejos y entre demasiada gente como para poder percibir sus emociones, pero al verla sacar un pañuelo de su pequeño bolso y limpiarse delicadamente las lágrimas, no tuve demasiado que interpretar.
Bella estaba herida.
Se sentía identificada.
Porque juntos construimos un sueño.
Y le fallé.
Y se quedó sola.
Tenía que ser acerca de nosotros, tenía que ser, y si aún le duele es que aún le importo, no?
Sentí renacer la esperanza que creí muerta para siempre, y la suprimí como pude.
Encontrarla no significaba quedármela. Bella no es una cosa, no te la puedes robar… Aunque la idea suena jodidamente bien.
Una vez terminado el concierto la vi apresurarse hacia una de las salidas auxiliares, y yo corrí hacia mi salida al exterior para ver cómo y hacia dónde se dirigía ella. La recogería alguien? Por qué estaba en Nashville? Por qué justamente cinco años después de aquel día?
La avenida frente al teatro era un desastre de gente y autos, pero ella ni se inmutó y cruzó la calle con toda calma hacia la vereda del frente, y comenzó a caminar.
Caminar!
Como si anduviera en Jeans y zapatillas.
Como si estuviera en Forks.
Como si no estuviera luciendo ese puto vestido que insinuaba todo lo que no mostraba...
Ese no era un vestido para usarse en la calle!
En una cita, trasladándose en auto tal vez, pero no para pasear por los callejones de mala muerte de Nashville!
La seguí más de cerca, listo para actuar, consciente de que estaba mal espiarla, pero totalmente despreocupado de las implicaciones morales. Bella es lo único que recuerdo haber amado en la vida, y volver a verla después de tanto tiempo no era menos que un milagro. Mi conciencia y buenos modales se podían ir muy a la mierda.
Y entonces ella se metió a un pequeño negocio que resultó ser una heladería, y comenzó a probar distintos sabores de helado mientras conversaba amenamente con los dependientes.
Bufé moviendo la cabeza.
Por supuesto que una heladería es donde ella iría después de un concierto.
No a un bar, no a cenar. Oh no! Para ella un enorme barquillo doble a altas horas de la noche, muchas gracias.
Luego le pidió a una de las chicas que atendía el lugar que le tomara una foto, y la envió a alguien con un mensaje.
Y entonces se reacomodó el pañuelo que cubría sus hombros, salió de la heladería, y siguió caminando con toda calma mientras lamía su helado, ignorando las decenas de miradas masculinas de las que era objeto y la lujuria que provocaba a su paso.
Supe con certeza que en cualquier momento yo tendría que intervenir, ya que varios de esos tipos estaban lo suficientemente borrachos o eran lo suficientemente estúpidos como para tratar de tocarla, y entonces yo debería destrozarlos, y ella probablemente se molestaría conmigo si salpicaba de entrañas su sexy vestido y sus zapatos.
Pero para bien o para mal, fue Bella tomó la decisión por mí al tratar de acortar camino por un mal iluminado callejón ubicado entre dos edificios de departamentos, y detrás de ella dos pseudo vaqueros decidieron seguirla para jugar un rato con una presa fácil…
Está de más decir que yo no lo iba a permitir, aunque bien que le serviría a Isabella pasar un susto para aprender la lección de no exponerse innecesariamente.
Cómo diablos había sobrevivido hasta ahora siendo tan distraída?
Ataqué a los tipos con auténtico terror, haciéndolos sentir que lo que hubiera en el callejón era el material del que están hechas sus pesadillas, y una vez que estuve seguro de que se habían largado, decidí que ser voyerista simplemente no es lo mío y me paré en la calle más adelante, exactamente frente ante ella.
Bella caminaba disfrutando su helado con expresión soñadora y  la mirada perdida en el infinito, y me dio más rabia aún el ver que ni siquiera estaba atenta a sus alrededores inmediatos.
Pensé en mil formas de acercarme, mil maneras de saludarla, pero cuando por fin abrí la boca fue sólo para decir
-Qué mierda haces caminando en un barrio como este  y en esa facha? – Agh! Mierda! Debía tratar de activar mi filtro verbal, este no era el reencuentro que había imaginado.
Más encima casi la maté del susto, ella no estaba consciente de que hubiera alguien frente a ella y literalmente casi choca conmigo.
Su corazón se disparó y pude percibir un atisbo de alegría y un montón de miedo y angustia. Se puso un poco verde y pareció a punto de desmayarse, pero resistió y comenzó a mirar para todos lados.
-Qué…? – Dijo ahogada e incrédula.
-Pregunté… Qué mierda haces caminando en un barrio como este  en esa facha? – Aclaré en un gruñido. Todavía sin usar el filtro.
Ese gruñido pareció volverla a la realidad, porque de inmediato levantó la barbilla, sacó pecho y lució orgullosa el escote que yo no había tenido el placer de conocer.
-Estoy trabajando – Dijo muy seria – Aquí recibo a mis clientes y esa de ahí es mi oficina – Dijo apuntando un asqueroso muro en un sector oscuro, manchado de grafitis y apestando a orina.
-No es gracioso Isabella – Gruñí otra vez.
Bueno, en realidad sí lo era, un poco, pero no en ese momento.
Casi quería que volviera a temerme. Al menos cuando me temía me cuasi respetaba…
-Me ves riéndome? – Preguntó tratando de rodearme para seguir su camino. Como si yo no fuera nada más que un buzón parlante… Nada más que un obstáculo que se interponía para llegar a donde fuera que se dirigía.
-No te vas a ninguna parte – Dije agarrando su brazo con más fuerza de la debida, y le hice daño sin querer.
Es que ella me sacaba de quicio y no calculé! Ella no podía hacer como si nada hubiera pasado entre nosotros y luego ignorarme. No podía!
Se encogió de dolor y la solté de inmediato maldiciéndome. Yo conocía perfectamente los límites del cuerpo humano. Cogía con zorras humanas al menos una o dos veces a la semana cuando estaba en El Circuito, pero la cosa es que ninguna de ellas me afectó nunca a nivel emocional. Ninguna me descolocó. Ninguna me sacó de mis casillas. Con ninguna perdí la cabeza. Sólo con Bella.
Tendría que estar más atento a mi propia fuerza.
Y de pronto una intensa oleada de pánico. No era miedo, era terror, desesperación, una profunda tristeza y curiosamente, resignación.
-Jasper por favor – Susurró con los ojos muy abiertos – Por favor, no me mates aquí… O si me matas… Podrías pretender que sufrí un accidente? Hay gente en mi vida… Gente que sufriría mucho si desaparezco y me tienen que empezar a buscar…
-No te voy a matar! – Exclamé ofendido – Te estoy diciendo justo lo contrario, que es peligroso que camines en esa facha por lugares como este – Dije tratando de conservar la calma.
-Entonces qué haces aquí? – Preguntó tratando de que no se le notara que aún  me temía.
-Te vi en el teatro – Respondí honestamente. No veía el beneficio de mentir – Estaba ocupando uno de los palcos y te vi.
-Y me seguiste – Afirmó.
Asentí.
-Por qué? Por qué ahora?- Preguntó mirándome a los ojos.
-Porque antes no sabía dónde estabas, te perdimos la pista poco después de irnos de Forks – Respondí. A qué estaba jugando Isabella? Ella lo sabía perfectamente. Ella sabía cómo encontrarnos, pero se negó a escucharme.
-No! No… No lo menciones, sí? No me gusta hablar de ese lugar – Dijo otra vez angustiada, cubriéndose los oídos, y a punto de llorar.
-Qué te pasó, Isabella? – Susurré. Tanta aversión, tanta angustia, no era normal...
-Que qué me pasó? En serio? Tú me lo preguntas? Precisamente tú? – Preguntó nuevamente indignada. Sus emociones eran una montaña rusa, como siempre.
-Bella… - Le dije suavemente tratando de entender su sufrimiento.
-Ya no soy Bella – Gruñó, y de inmediato se arrepintió de lo que dijo – Quieres saber qué me pasó, Jasper? Me pasaste tú! Me pasó que me enamoré como una idiota, me pasó que creí en ti, me pasó que traicioné a un hombre bueno, que me amaba a cambio de lo que fuera que tú estuvieras dispuesto a ofrecer. Me pasó que en lugar de abandonarme después de obtener lo que querías como un bastardo cualquiera, trataste de matarme como un bastardo psicópata. Me pasó que ese hombre bueno me dejó junto a toda su familia, dejándome sola y desprotegida ante amenazas como Laurent y Victoria. Me pasó Jasper, que lo arruinaste todo y nunca miraste atrás para pensar en el daño que causaste. Debiste matarme, sabes? A la larga habría resultado mucho más compasivo… No sé para qué me molesto en decirte nada, supongo que no te importa un pepino qué es lo correcto o no, después de todo eres el gran Mayor Whitlock, no? – Estaba lívida de rabia. Estaba furiosa y herida y creía cada palabra de lo que me dijo.
Algo no encajaba…
-Isabella, ya basta! – Exclamé.
-Déjame, sí? No deberíamos habernos cruzado, ese nunca fue el plan, y si me viste debiste correr en la dirección opuesta. Yo nunca lo habría sabido y habría podido volver a casa en paz – Dijo mirando sus pies envueltos en un par de zapatos de tacón que nunca imaginé que ella usaría libremente.
-Dijiste que hay gente… Gente que te extrañaría si desaparecieras – Dije ignorando todo lo que no me interesaba. No importaba si “no debía” cruzarme con ella. Ya lo había hecho y no me arrepentía – Quiénes son? Tienes… Tienes  un hombre en tu vida? – En mi mente repetí como un mantra Por favor que no, por favor que no, por favor que no… …
Mi sanidad tiene un límite y creo que ese límite es la confirmación de lo que he adivinado todos estos años.
Ella y alguien más.
Edward?
No me pareció. Edward no la habría dejado ir a un concierto sola, y menos luciendo así.
-No es tu problema – Dijo desafiante – Tú tomaste tus decisiones hace tiempo, no tienes derecho a meterte en las mías.
Abrí la boca para decirle que yo no tomé ninguna puta decisión, que todas las decisiones fueron tomadas por mí, pero en ese momento sonó su teléfono con una canción insoportablemente dulce.
“…Tu eres mi rayo de sol
Mi único rayo de sol
Tú me haces feliz cuando el cielo es gris
Nunca sabrás, cariño
Cuanto te amo,
Por favor no me quites mi rayo de sol…”
Bob Dylan y Johnny Cash cantando “You Are My Sunshine”... Quién mierda era el “Rayito de Sol” de su vida? Bella nunca me pareció la clase de persona que usa ridículos sobrenombres y diminutivos, esa era el área de experticia de Alice.
Una oleada del amor más puro e incondicional me invadió, pero duró sólo un par de segundos. Luego Bella se cerró como una ostra.
La música murió en el primer párrafo y Bella suspiró aliviada.
-No vas a contestar? – Pregunté tratando de contenerme para no tomarla de los tobillos, ponerla de cabeza y sacudir información de ella. Obviamente jamás la golpearía, pero en los últimos años mi respuesta primaria a cualquier problema había sido siempre la violencia.
Crucé los brazos empuñando mis manos y esperé.
-No, no es nada importante – Dijo encogiendo los hombros.
Mentira.
Ni siquiera necesitaba mi don para saberlo.
-Siempre fuiste la peor mentirosa – Afirmé entrecerrando los ojos.
-Y tú el mejor, pero qué importa a estas alturas? – Respondió sin perder un segundo.
Y entonces, “You Are My Sunshine” otra vez. Mierda. Mierda!
-Parece urgente – Dije desafiante. Atrévete a decir lo contrario.
-No lo es – Dijo forzándose a parecer calmada, pero luciendo más culpable que otra cosa.
-Cómo lo sabes? – Pregunté tratando de sonar razonable.
-Porque es la manera que tiene de textear él – Dijo levantando las manos exasperada.
-Él… - Dije. Me atraganté y el esfuerzo de mantener la calma fue inmenso y Bella asintió asustada. En estricto rigor, creo que cualquiera se habría asustado de estar en esa situación. Seguro que yo estaba proyectando todo tipo de promesas de violencia y devastación.
-Un él al que le dedicas justamente esa canción… Un él que te hace latir el corazón con fuerza y que trae color a tus mejillas pálidas por tu encuentro conmigo, un él que de solo imaginarlo te llenas de tanto amor que te olvidas del miedo que te da estar en un callejón oscuro conmigo o el dolor que te causé… El hombre que te llama no es cualquiera Isabella… No lo es… - Dije súbitamente exhausto.
Joder! Esto no podía continuar. Para qué seguir? Yo no podía continuar existiendo así eternamente, viviendo para matar, no por necesidad, sino porque era lo más autodestructivo que se me ocurrió en el momento.
Además las dudas respecto a Bella habían sido disipadas y con ellas cualquier incentivo para seguir con vida…
Al día siguiente sería mi siguiente pelea y caí en cuenta de que simplemente no tenía ganas de luchar más.
Nunca más
Tal vez mi contrincante de turno, Horace, sería quien se quedara con los honores que le brindaría vencerme y matarme. Bien por Horace, que al menos era fraccionalmente más decente que los demás hijos de perra del Circuito, al no llevar tanto tiempo luchando en la arena.
Bella y yo nos quedamos en silencio unos momentos.
“…Tu eres mi rayo de sol
Mi único rayo de sol…”
Sonó su teléfono otra vez.
Lo ignoro.
-Por la mierda Bella! Quieres contestar ese aparato de una buena vez? – Exclamé ya al límite de mi paciencia. Al límite de todo. Me debatía por segundos entre la rabia y la indolencia, entre luchar hasta la última instancia y rendirme por completo.
Sin decir nada, ella sacó su celular, lo desbloqueó y leyó sin poder reprimir una pequeña sonrisa.
Leyó el primer mensaje y resopló reprimiendo una carcajada.
Siguió leyendo.
Levantó las cejas, incrédula.
-Algo interesante? – Pregunté apretando los dientes y enderezándome en una postura militar pensada para parecer intimidatoria.  
-Los koalas pueden vivir toda su vida sin tomar agua – Se encogió de hombros y siguió leyendo. Me estaba jodiendo?
Bella soltó una carcajada. Una libre y verdadera carcajada.
Quien fuera que le escribía aparentemente la hacía feliz.
-Qué? – Ladré.
-Mi cerdo se llamará “Napoleón” – Contestó mientras respondía  los mensajes.
-Te ves bien… - Le dije conciliadoramente, pensando que nuestras últimas palabras debían ser positivas - Eres feliz? – Pregunté.
-Yo… No lo sé… Tanto como es posible, supongo… - Respondió insegura.
-Me alegro por ti… - Dije honestamente. Yo la quería feliz y tanto mejor si era conmigo, pero la verdad es que la amaba lo suficiente como para no desearle jamás un destino parecido al mío, amor eterno no correspondido.
Ella relajó su rostro y sonrió un poco.
-Dile a ese tipo que si no te trata bien se las va a ver conmigo – Agregué porque no me pude contener. Debía destilar un poco de veneno a través de mi media sonrisa.
-No Jasper – Me dijo tensándose nuevamente.
-No?  No qué? – Pregunté desconcertado.
-No, no tienes derecho a amenazar a nadie, y mucho menos considerando que nadie nunca me va a volver a hacer tanto daño como el que me hiciste tú – Dijo calmada, deliberadamente. Honestamente.
Su dolor era tan profundo como el mío, qué pasó entonces? Si aún le dolía así es porque me amó en igual medida, no?
-Bella… - Dije suavemente.
-Adiós Jasper – Dijo de pronto e hizo señas a un taxi. El taxi se detuvo de inmediato y yo no tuve más alternativa que dejarla ir a menos que quisiera armar un escándalo sobrenatural.
Estaba listo para correr tras el auto, pero Bella cometió un error que demostró lo fuera de práctica que estaba en cuanto a vampiros se refiere.
-Buenas noches, al Hutton por favor – Dijo al taxista apenas cerró la puerta del auto.
Isabella, Isabella, ya no volveré a perderte la pista. No hasta haber aclarado cada punto, cada duda. Por qué me acusaba de abandonarla cuando todo el poder lo tuvo siempre ella?
Comencé a caminar hacia el Hutton tranquilamente. Tenía toda la noche.
oooOooo
Conseguir la dirección de Isabella fue sorprendentemente sencillo, lo que fue un poco más difícil fue dar con su nueva identidad. Afortunadamente uno de los botones que estaba de turno pudo reconocer su descripción, y utilizando mi don para hacer a los empleados del hotel más cooperadores y una buena propina para hacerlos agradecidos, me dijeron que mi Isabella es ahora Anabella Ciccone, y que vive en Salem Massachusetts.
Me dieron un número de teléfono y una dirección.
Bella seguro escaparía de Nashville lo antes posible, pero ya no era importante.
Sabía dónde encontrarla. Lidiaría con mis obligaciones y luego iría por ella.
oooOooo
 La pelea del domingo fue un asunto de un salvajismo inusitado. Generalmente lucho apelando interiormente a la falta de escrúpulos del monstruo que alguna vez fui y al dolor y frustración que sufrí al perder a Isabella. Memoria emotiva.
Pero en esta ocasión no necesité apelar a nada. Estaba genuinamente cabreado, confundido, dolorosamente enamorado de una mujer que parecía no querer nada conmigo, y empezando a dilucidar la telaraña de mentiras superpuestas tejidas por Alice.
Si el asunto era como comenzaba a sospechar, la muy hija de puta lo pagaría con su vida.
El pobre de Horace que nada tenía que ver pagó con su vida.
Y luego Luciano.
Y luego Andree.
Y Antoine.
Y habría seguido matando bastardos uno tras otro a medida que ingresaban al ring, pero Ernesto dijo que ya estaba bueno, que se estaba quedando sin luchadores para continuar el tour, y que ya era lo suficientemente complicado conseguirme contrincantes sin la necesidad de que yo los desmembrara en trocitos tan pequeños que era virtualmente imposible volverlos a armar.
Ignoré sus lloriqueos, tomé mi dinero cuidando de no mancharlo con el veneno que prácticamente me cubría y me despedí gruñendo que volvería cuando hubiera solucionado un asunto personal.
Ernesto me siguió reclamando teatralmente que no podía hacerle eso, que yo ya estaba anunciado para las siguientes peleas, y que si me largaba así como así mucha gente importante se molestaría porque había fuertes sumas de dinero invertido en el complejo sistema de apuestas.
Le respondí que llevaba más de cuatro años luchando sin descanso, y que si necesitaba tomarme unos días, me tomaría todos los putos días que necesitara, y que si no le gustaba podía ir buscando a quien le desencajara la cabeza del culo, que es donde se la metería después de decapitarlo.
Sobra decir que después de eso me deseó buena suerte en lo que sea que fuera a hacer.
oooOooo
Fui a mi hotel, me duché y me puse ropa limpia, hice check out y tomé el primer avión que encontré rumbo a Salem, haciendo dos malditas conexiones.
Al llegar a mi destino le di al taxista de aeropuerto la dirección que había obtenido del personal del hotel, y después de un trayecto que se me hizo eterno, me dejó frente a un grupo de edificios de departamentos de ocho pisos. Era claramente  una zona de clase media-trabajadora, pero se notaba que los edificios estaban relativamente bien mantenidos y sin graffiti en las paredes.
Al centro del complejo había un pequeño parque con un área verde un poco a maltraer, donde había algunas bancas y un par mesas en obra con tableros de ajedrez, donde jugaban dos ancianos.
Esto no era lo que hubiera elegido para Isabella, quisiera que ella contara con más seguridad, tal vez un condominio con acceso controlado, pero por supuesto, no era mi decisión a tomar.
Me acerqué al edificio correspondiente y subí por el ascensor hasta el quinto piso sin que nadie me diera una segunda mirada. Eso es precisamente lo que no me gustaba. Si entraba yo, que sé que me veo peligroso, y más para los humanos, significa que literalmente cualquiera podría entrar.
El departamento de Bella era el 509, el último del pasillo, y al aproximarme pude escuchar claramente su voz hablando con un niño.
Pero a medida que me fui acercando, fui percibiendo su aroma cada vez más intensamente, y al llegar a la puerta correspondiente estaba demasiado abrumado por la concentración de su esencia como para cuestionarme de qué niño se trataba.
Esta era su casa, no tendría dudas aunque no la pudiera escuchar.
-Agh? – Dijo Bella distraída al niño – Qué dijiste? Por qué te castigaron?
-No me castigaron – Dijo el niño como repitiendo algo que ya le explicó – Te mandaron una carta porque mi profesora dice que tengo demasiada imaginación y se sale de control y distraigo a la clase…
Ok. Cartas del colegio dirigidas a ella. Eso significaba que Isabella era su apoderado. Isabella tenía un hijo? Era perfectamente posible… No me gustaba particularmente la idea, pero ella simplemente estaba viviendo su vida humana.
-Y esto qué tiene que ver con la pregunta de la profesora? – Preguntó Bella.
-Que nadie quería responder, así es que levanté la mano y dije que esos animales eran los dragones, y le conté a la clase de esa película que vimos juntos donde el caballero cazaba dragones, pero los dragones eran buenos… - Explicó el niño en un lenguaje demasiado complejo para un niño de cuánto sería? 3, máximo 4 años?
-"Cómo entrenar a tu Dragón"? – Preguntó Bella sonando divertida.
-Esa! – Exclamó el niño – Pero parece que esa no era la respuesta, porque la señorita Tamara se puso roja, no me dejó seguir contando cómo los vikingos atrapaban a los dragones, y me mandó castigado.
-Voy a hablar con ella – Dijo Isabella repentinamente furiosa. No sólo lo escuché en su voz, también lo sentí en sus emociones desbordadas - No debería castigarte por participar en clases, peor sería que te quedaras callado como el resto de tus compañeros. Le voy a escribir una nota ahora mismo, tráeme la libreta! – Ordenó.
El niño corrió. Ésta era mi oportunidad.
TOC TOC TOC
-Están golpeaaandoooooo! – Gritó el niño.
-Lo oí, no estoy sorda! – Dijo Bella acercándose
-Abro? – Gritó el niño.
-No, eres muy pequeño – Dijo Bella – Cuando seas grande vas a poder abrir todas las puertas que quieras.
-Soy grande – Dijo el niño, ofendido.
-Más grande que una hormiga… - Rio Bella con una dulzura de la que sólo fui testigo aquella tarde… Nuestra tarde.
-Más grande que un saltamontes – Dijo el niño.
-Más grande que una semillita de mostaza… - Dijo Bella.
-Más grande que un pony! – Rio el niño.
-No seas tramposo! Un pony es como doscientos kilos más pesado que tú! – Dijo Bella, evidentemente haciéndole cosquillas.
Ambos emanaban amor. Un sentimiento puro, sin diluir, sin peros ni por qués. Incondicional. Instintivo. Quise sumergirme en él para borrar la violencia y oscuridad que acarreaba conmigo.
-No un pony Falabella, ellos miden como ochenta centímetros de alto… - Dijo el niño.
-Sabes lo que le pasa a los sabiondos? – Sopló Bella el cuello del niño, que chillaba de risa.
Y mientras, yo seguía esperando en la puerta… Cada vez con más preguntas que resolver.
-Se ganan los premios Nobel? – Preguntó el niño sonando falsamente inocente.
-No, les hacen calzón chino en el colegio! – Dijo Bella persiguiendo al niño. La verdad es que no estaban muy preocupados de quién estaba en la puerta. En ese departamento parecían tener todo lo que necesitaban.
-Nooooo! – Gritó el niño – Sálvenmeeee!
-Sí, eso, anda a esconderte con Tracy, y recuerda el calzón chino la próxima vez que quieras abrir la puer… - Dijo Bella riendo y abriendo la puerta al fin - ta – Resopló al verme.
Incredulidad.
Desesperación.
Miedo.
Admiración. Aparentemente todavía la afectaba un poco.
Desesperanza.
Más miedo.
-Qué haces aquí? – Susurró y salió al pasillo poniendo la puerta a sus espaldas. No me dejaría entrar a su casa o a su vida.
-Qué haces tú aquí? – Pregunté con voz igualmente baja.
-Como habrás adivinado, vivo aquí – Dijo levantando la barbilla. En el departamento se escuchaba al niño reír junto a otra mujer – Y estoy ocupada, así es que dime qué quieres y lárgate por donde viniste – Dijo tratando de que no le temblara la voz.
-No me vengas con eso Isabella, deja de hacerte la dura, tú y yo tenemos que hablar y lo vamos a hacer ahora, antes de que te me vuelvas a escapar – Dije invadiendo su espacio personal. Bella era una mujer hermosa, su calor era simplemente delicioso, pero era su aroma lo que yo llevaba grabado en mi mente.
-No será antes de que tú vuelvas a huir? – Me corrigió – No te debo nada Jasper, así es que hazme el favor de regresar a donde sea que perteneces y ojalá que seas eternamente miserable con la bruja enana que tienes de esposa! – Exclamó y trató de cerrarme la puerta en la cara.
Ok, momento. Es que creía que aún estaba con Alice? Es que no sabía nada?
-No sabes lo que dices, cálmate y hablemos, algo no está bien… - Dije tratando de sonar razonable.
La tomé del brazo y la giré hacia mí, atrapándola entre la puerta y mi pecho. Sabía que debíamos hablar, pero la tentación de acercarme a su boca y robarle un beso era prácticamente irresistible.
Estaba tan cerca de ceder al impulso…
Pero en ese preciso instante se abrió la puerta, desequilibrando un poco a Isabella.
-Era el cartero? – Preguntó el niño.
-Un mensajero cariño – Dijo Bella tapándolo con su cuerpo y empujándolo hacia el departamento – Pero uno que trae puras malas noticias, así es que ojalá no regrese… - Frunció el ceño hacia mí, pero apenas lo registré, enfocado exclusivamente en el niño.
Si no fuera imposible asumiría que es mi hijo…
O mi clon.
El pequeño era idéntico a mí, incluso tenía los ojos grises como yo cuando era humano.
Qué locura era esta? Estaba en un Universo paralelo? Los vampiros y las humanas no… No se puede… Verdad?
Apareció en el living la otra mujer, diciendo algo de las zanahorias y los cangrejos hervidos.
No le presté la más mínima atención.
-No me gusta el jugo de zanahoria, me deja la lengua y los dientes naranjos – Dijo el niño arriscando la nariz – Hola – Me dijo estirando su bracito sin miedo – Soy Dan, te pagan mucho por dar malas noticias?
La otra mujer siguió hablando, y yo no podía dejar de mirar a Dan y sacar cuentas. Nada cuadraba, pero él debía ser mío, el parecido era demasiado evidente.
-Hola Dan – Carraspeé tratando de recuperar la voz y ser lo menos amenazante posible, y estreché su mano – No, no me pagan lo suficiente, pero a veces conozco gente interesante…
El tiempo se congeló unos momentos en los que Bella miraba nuestro encuentro aterrada y Dan me estudiaba curioso.
-Danny – Dijo la otra mujer rompiendo el momento, ansiosa por sacar al niño del medio – Por qué no vamos a la esquina por un helado? Después podemos pasar a la plaza…
-Puedo mamy? – Preguntó Dan mirando a Bella con ojos suplicantes.
Mamy…
Mamy…
-Mamy… - Susurré tratando de encontrar sentido a la palabra. Bella no sólo había tenido un hijo, eso lo podía computar, pero Bella además era una “mamy”. No sé por qué las dos cosas no iban necesariamente de la mano en mi mente.
Ella era una madre. Vivía como una madre. Sus prioridades eran las de una madre. La adolescente que conocí no existía más, y en su lugar estaba esta mujer fuerte y decidida que aparentemente no estaba asustada por ella sino por la seguridad de su hijo.
-Si cielo, anda y cuidado con los chicos grandes que andan en bicicleta – Dijo ella hablando como toda una “mamy”.
Dan se giró para ir a buscar sus cosas, pero lo detuve con la pregunta que me rondaba.
-Dan, tú debes unos ocho o nueve años, verdad?
-Noooop – Dijo Dan como si yo fuera tonto por pensar eso – Tengo casi cuatro años y medio… - Anunció, y entonces vio la mirada horrorizada de Isabella - O sea, no, me equivoqué, tengo ocho, o sea… Ups… Lo siento mamy! – Dijo a punto de llorar. Él sabía que debía mentir, pero no estaba en su naturaleza faltar a la verdad.
-No hay problema cielo – Dijo Bella arrodillándose para abrazarlo y me dio una mirada de advertencia para que lo dejara en paz… Pero yo no estaba dispuesto a esperar. Este era mi hijo y obligaría a Isabella a reconocerlo, y después… No sé lo que haría…
-Te ves mayor – Sonreí amigablemente.
-Mamy dice que tengo un poquito de Progeria – Respondió Dan.
-Progeria? – Repetí pensando que era una broma. Bella no habría… No podría… Mierda! A quién intento engañar? Sí, decidí. Podía y lo hizo.
-Progeria es una enfermedad genética de la infancia extremadamente rara, que presenta el envejecimiento brusco y prematuro en niños – Recitó Isabella como si lo leyera de Wikipedia.
Bueno, en rigor y de acuerdo a esa descripción, Dan si tendría un poquito de Progeria. Su envejecimiento era brusco, prematuro y de origen genético, pero no tenía nada que ver con la enfermedad humana.
-Bueno, entonces es un honor, nunca conocí a alguien que tuviera ni siquiera "un poquito" de Progeria – Sonreí. Lo próximo que me dirían es que Dan tiene la enfermedad de Benjamin Buttons
-Dan es especial – Dijo Bella, desafiante, determinada y dispuesta a defender a su hijo de lo que fuera, incluido yo.
-Ciertamente lo es – Concordé – Y Dan… Está tu papá en casa? – Aprovechando el viaje, salgamos de dudas…
-Nooooo! – Rio Dan rodando los ojos ante tamaña estupidez – Yo no tengo papá.
-Y entonces cómo es que te tuvo tu mamá? – Pregunté imaginando alguna versión de la Inmaculada Concepción del Cristianismo o sus variantes en casi todas las otras religiones.
-Una noche mi mamá tenía pena y pidió un deseo a una estrella fugaz y luego se fue a caminar hasta que llegó a un huerto de repollos, y ahí estaba yo esperándola! – Afirmó Dan totalmente convencido.
Miré a Bella sin poder creerlo. Qué mierda le estaba enseñando a mi hijo? Por qué no estaba yo en ninguna parte de esa historia? Aunque fuera como el espantapájaros que cuida los repollos…
Por qué yo no había estado presente para Dan, aunque fuera sólo como padre, si es que Bella no me quería como su pareja.?
-Había escuchado de niños que nacen en repollos – Asentí – Nunca conocí a uno hasta ahora, pero sé que son muy especiales.
-Tú naciste en un repollo? – Preguntó Dan mirándome directo a los ojos, sin temor ante este extraño que ponía tan nerviosa a su mamá.
-Por qué me preguntas eso? – Pregunté genuinamente intrigado.
-Porque te pareces a mí – Dijo Dan encogiendo los hombros.
No pude disimular la punzada de dolor que me atravesó todo el cuerpo, desgarrándome.
Mi hijo tenía cuatro años y medio.
Cuatro años y medio que me perdí por completo, cada evento importante de su corta vida, perdidos.
Nada me los podría devolver.
Dan ni siquiera sabía que tenía un padre por ahí…
Mierda! Quise con todas mis ganas decirle que si se parecía a mí es porque era mío!
Pero no dije nada. No pude decirle nada.
-Mamy, vas? – Preguntó Dan.
-No cielo, el señor y yo debemos hablar – Dijo Bella besando su cabello.
-Cosas malas? – Adivinó Dan.
-No – Dijo ella demasiado rápido.
-Mentirosa – Dijo cruzando sus bracitos – Y tú me dijiste que no se deben decir m…
-Adiós Trace – Dijo Bella cubriendo la boca de Dan – Juega mucho y no te pelees – Dijo, y lo besó en la mejilla antes de empujarlo por el pasillo hacia el ascensor.
Los vi pasar como hipnotizado. No quería perderlo! Quería más tiempo a su lado, pero debía aclarar las cosas con su madre primero.
Con Dan en la balanza las cosas no eran tan sencillas para Bella. No le sería tan fácil sacarme de su vida otra vez.
-Estás rara – Dijo Dan mientras se abrían las puertas del elevador.
-Lo sé – Admitió Bella.
-No quiero que estés rara – Afirmó Dan.
-Cuando regreses voy a estar mejor, qué te parece si después de que te bañes empezamos un nuevo libro? – Propuso Bella cambiando de tema.
-Qué libro? – Preguntó él.
-El que quieras excepto el de las arañas, que me da miedo – Le dijo Bella estremeciéndose de asco. No pude evitar una pequeña mueca que en mi caso pasaría por sonrisa.
 -Te toca elegir a ti… - Recordó Dan mientras Bella sostenía las puertas del elevador a la espera de su amiga.
-Qué te parece "El Pirata Garrapata"? – Preguntó Bella.
-Quién es el "Pirata Garrapata"? – Preguntó Dan, interesado.
-El Pirata Garrapata era un hombre feroz y barrigudo que tenía una pata de palo y un garfio de acero en vez de mano. Era el terror de todo Londres. Tenía la nariz gorda y colorada como una berenjena y la cara picada de viruelas, le faltaba media oreja y llevaba un parche negro para taparse un ojo de cristal. Por lo demás, no era demasiado feo – Recitó Bella haciendo la voz de un narrador. Decididamente ella era la mejor mamy del mundo, hasta yo querría que me leyera esa historia en la cama… Aunque debo admitir que cualquier actividad que conjugue a Bella y un colchón suena bastante bien para mí.
-Lo podemos leer en el parque? Ven con nosotros… - Dijo Dan tirando de su mano – Y me lo cuentas en los columpios.
-No Danny, ahora debo hablar con el señor – Dijo Bella obligada a reconocer que yo seguía en mi lugar sin intenciones de largarme.
-Que venga – Dijo Dan encogiendo los hombros.
-Tal vez en otra ocasión – Dijo Bella sin comprometerse – Tracy! Apúrate! – Gritó exasperada.
-Ok, ok, voy! – Dijo su amiga corriendo hacia el ascensor.
-Tracy tú te sabes la historia del "Pirata Garrapata"? – Preguntó Dan mientras se cerraba la puerta del ascensor.
-No – Dijo ella no muy interesada en lo que sonaba como el mejor libro del universo – Pero te puedo contar qué pasó anoche en "Master Chef"…
Bella caminó hacia mí casi temblando de miedo, y lo que me queda de corazón se rompió al ver lo que causaba en la mujer que amaba.
-Siéntate – Dijo muy bajito, apuntando un sofá.
Obedecí en silencio.
Y nos quedamos callados un largo rato.
-Mierda! La plancha! – Exclamó Bella y corrió a la habitación contigua a desenchufar la plancha que dejó encendida.
La seguí para evitar que se encerrara o tratara de huir.
Ella desenchufó el aparato.
-Tenemos un hijo – Afirmé desde la puerta de la habitación con voz baja y ronca, saboreando las palabras en mi boca.
Se negó a hablar, angustiada. Finalmente no soportó el silencio y la inactividad y enchufó la plancha otra vez, planchando frenética.
-Bella… - Dije acercándome.
Me ignoró
-Bella! – Grité frustrado. Necesitaba su atención.
Siguió ignorándome mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, cayendo sobre la pequeña camiseta que planchaba una y otra vez.
-Bella para, ya! – Exclamé al borde de la desesperación, arrancándole la plancha de las manos y lanzándola contra la pared, donde se hizo añicos –Háblame! – Grité desesperado, tomándola de los brazos.
Negó con la cabeza sin dejar de llorar, cada vez con más fuerza, cada vez más asustada, hasta que el pánico se desbordó y sollozó.
-Jasper no te lo lleves… No me quites a mi hijo, por favor… - Imploró.
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He ahí el contexto de la historia. Sé que a veces cansa leer el POV de dos personajes respecto a la misma situación, pero en este caso era totalmente necesario. Ahora que los personajes se reunieron no se volverá a repetir.
Comenten, que me hace muy feliz!


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